¡Que vendan las vacunas en la farmacia, hombre!

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30 mar 2021 / 07:29 h - Actualizado: 30 mar 2021 / 07:37 h.
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  • Una larga cola de personas esperando a ser vacunados en Sevilla. / EFE
    Una larga cola de personas esperando a ser vacunados en Sevilla. / EFE

No sé si conocen la anécdota que cuentan de cuando cayó el Muro de Berlín y Rusia pasó a ser liberal de un día para otro: Gorvachov mandó a su Ministro de Finanzas a Londres para que se informara sobre el funcionamiento del sistema capitalista. Lo recibieron con honores y lo llevaron en coche al Parlamento y a varias universidades. Después de varios días en los que el Ministro iba muy atento mirando las calles de Londres por la ventanilla del coche oficial, se atrevió, por fin, a preguntarle a su homólogo algo que le resultaba extraño: «¿Cómo es que no hay colas en las panaderías?». El Ministro inglés se quedó muy sorprendido por la pregunta. «Nosotros, en Moscú», continuó comentando el Ministro ruso, «tenemos una gigantesca fábrica de pan a las afueras de la ciudad para abastecer de pan cada mañana a los nueve millones de habitantes que viven en Moscú y siempre se forman colas en las calles, primero esperando que lleguen los cientos de camiones que repartimos por la ciudad, y luego, cuando llegan, vendiendo el pan a los moscovitas». El Ministro inglés le dijo: «Jamás hemos tenido que organizar desde el Estado la más mínima gestión para repartir el pan en este país. De manera autónoma en cada barrio algún empresario ha visto interesante abrir una panadería y hacer y vender su pan para los vecinos. Y jamás hay colas en ninguna de ellas y todos los barrios sin excepción tienen panaderías porque el mercado se autorregula sin necesidad de intervención estatal».

¿Qué pasa con las vacunas que se están distribuyendo con tanta lentitud? Lo mismo que con el pan: la Europa estatalista y los países con administraciones de tan hinchadas competencias y muchos niveles competenciales están queriendo «organizar» la distribución de las vacunas del Covid, con el retraso que todos estamos padeciendo.

¿Cuánto se ha tardado en que haya millones de mascarillas de todos los colores y formas distribuidas por todo el país?: nada. Era un negocio rentable y todos se han puesto a fabricar y a distribuir y cada uno nos hemos comprado las que hemos querido.

Ya sé que no es lo mismo que una vacuna. Pero el control de la distribución sigue siendo del Estado. ¡Que las vendan las farmacias! Porque tampoco entiendo que esto tenga que ser gratis: quien tenga dinero para pagarla que la pague; quien no tenga que se la provea el Estado. Esto es como el despiporre de las tasas universitarias gratuitas: ¿por qué el Estado tiene que pagarle la matrícula a un niño rico? Que la pague su padre. Que el Estado ayude a los que no tienen, no a los que les sobra.

El Estado como organizador es un desastre: lento, burocrático, ineficaz, inoperante. Si pudiera haber muchas empresas privadas ganando dinero verían cómo estábamos a estas alturas vacunados el 45 por ciento de la población. (¡Señores: que ya van por la calle los gibraltareños sin mascarilla! Y a nosotros nos queda por pasar una cuarta ola post-Semana Santa y lo que la Administración y sus errores y sus retrasos y su ineficiencia quiera...).

El Estado: que exija unos estándares de calidad en todo. Muy bien, esa puede ser su competencia, pero que no se quede con la gestión de servicios. ¡No ven día tras día, año tras año, que son lentos e ineficaces! Los funcionarios no tienen ninguna motivación: les da igual vacunar a 20 que a 200; si fueran empresas privadas ya verían cómo se organizarían para dar el servicio al mayor número de gente posible y a la mayor velocidad y seguridad posible. Como pasa con la venta de comida y de ropa y de gasolina y de libros y de ¡todo!

¿Por qué tienen que ser los Estados quienes compren las vacunas? ¿Acaso compran y distribuyen el Ibuprofeno, el Diazepam o la Cristalmina o las vacunas de la Malaria o la Difteria o el Sarampión? No. Las compro y me voy al enfermero y me las pone. Seguro que hay mil reglamentos que obligan a que las vacunas del Covid las gestione el Estado: ¡pues que cambien los reglamentos!, como se hace con todo lo que les interesa. Y que el Estado, con menos carga de gestión, se dedique a los más necesitados, así los atenderá antes también.

Yo entiendo al Estado y a los comunistas y socialistas, su planteamiento es muy intuitivo: ¿necesitamos vacunas?: comprémoslas y distribuyámoslas. Obvio. Eso mismo, justamente eso mismo, pensaban, con buena fe (no se las niego) Gorvachov y su Ministro antes de ir a Londres. Pero es que lo otro, que el mercado se autorregule, requiere algo más que intuición, requiere inteligencia.