Viéndolas venir

Que vivan los afganos, pero lejos de aquí

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Álvaro Romero @aromerobernal1
24 ago 2021 / 17:13 h - Actualizado: 24 ago 2021 / 17:14 h.
"Viéndolas venir"
  • Entrada a la base militar de Morón de la Frontera (Sevilla). EFE/ Raúl Caro.
    Entrada a la base militar de Morón de la Frontera (Sevilla). EFE/ Raúl Caro.

Es lo que están proponiendo los lumbreras de ese partido de iluminados mientras chorrean hipocresía por todos sus poros de europeos a su pesar. Proponer que los muy desgraciados afganos que vienen huyendo del horror más encarnizado no pasen siquiera por España sino que sean acogidos por otros países con el único criterio de que profesen la misma religión no es solo no haberse enterado de nada en materia de Derechos Humanos, sino no quererse enterar por una razón bien sencilla y difícil de deglutir a estas alturas del siglo XXI.

Con la excusa de nuestra seguridad, como siempre, los sembradores de odio argumentan sibilinamente que lo primero somos nosotros, faltaría más, y que esos afganos que tuvieron la mala suerte de nacer o vivir en aquel infierno estarían mejor, por pura costumbre, en países similares. Total, ya están hechos a toda esa mierda. Argumentan que lo mismo, entre los desgraciados, vienen algunos talibanes; que si los demás somos tan buenistas, podríamos acoger a un talibán en nuestras casas; que lo mismo a nuestras mujeres les da por ponerse un turbante de esos. Y mucha gente calla, mira prudentemente para otro lado o dice que algunas de estas chorradas tienen sentido en el fondo. O sea, que en el fondo no son chorradas, sino estrategias de protección nacional ante la falta de previsión de este gobierno de chuflas que tenemos.

En rigor, lo que provoca todo este bombardeo de mentiras y medias verdades –más peligrosas aún- es una desinformación inquietante que siempre es el prólogo para un estado de odio contra la otredad, de desconfianza frente a cualquier extranjero que sea pobre, paupérrimo, indefenso, indocumentado e infeliz. A toda esa gente que huye se le ve a la legua que es mala, porque si fuera buena sería guapa, riquísima, documentadísima y felicísima. Es la lógica absurda a la que quieren arrastrarnos. Porque si todos la atendiésemos sería mucho más fácil gobernarnos, que es el objetivo final.