La Tostá

¿Quién dijo miedo?

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
10 nov 2019 / 08:45 h - Actualizado: 10 nov 2019 / 08:49 h.
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Lo más lógico es que más del 90% de los 37 millones de españoles que podemos ir a votar ya hayamos decidido nuestro voto. Por tanto no cabe tratar de influir en los lectores, ni es esa la intención de este artículo. Después de una campaña tan farragosa y con solo un día de reflexión estoy convencido de que hay muchas personas, quizá millones, que no van a ir a votar porque no han digerido bien esta pelea de perros a la que hemos asistido. ¿Alguien se ha enterado de algo? Esto es, ¿alguien ha tenido tiempo para leer detenidamente cada programa electoral y analizarlo, si es que esto se hace alguna vez?

Ayer de mañana me decía un amigo muy anciano, de 92 años, que estaba muerto de miedo y que no pensaba ir votar. Que en pocas semanas, las cuatro o cinco últimas, se había echado a temblar algunos días viendo la violencia en Cataluña, los mítines de Vox o Unidas Podemos y a personas hablando de Franco y del fascismo como si estuviéramos en la España de hace cuarenta años o en la Italia de los años cuarenta del pasado siglo. “Mis nietos, de entre quince y treinta años, hablan de Franco como si lo hicieran de Pablo Iglesias o Santiago Abascal. Como si estuviera vivo y se presentara a las elecciones”, me dijo con cara de asombro y alguna lágrima sorteando arrugas.

Todo le ha recordado a cuando era niño y veía su pueblo revuelto, con camiones de muertos saliendo del cementerio cada día y las mujeres gritando en los corrales. Es increíble, pero la gente tiene miedo a una nueva guerra civil y ese miedo se lo han metido en la cabeza los que hoy nos piden el voto para gobernar. Franquismo, fascismo, comunismo, estalinismo, independentismo y golpismo. Estas son las seis palabras más pronunciadas en las últimas semanas en nuestro país, donde llevamos más de cuarenta años de democracia. ¿A qué vienen entonces esas palabras tan feas y manchadas de sangre y odio?

Hace años se decía que había que frenar a la derecha. Y ahora, que hay que parar al franquismo o al fascismo. A veces, pocas veces, dicen lo de parar a la ultraderecha, que sería lógico. La ultraderecha no debería de tener sitio en la democracia española, y tampoco la ultraizquierda, de la que apenas se habla, pero están ahí y son serias amenazas para la democracia. ¿Pero a qué viene hablar tanto de franquismo y de fascismo, en un país donde los ciudadanos elegimos libremente a los gobernantes?. Con más o menos acierto, pero así es.

En Andalucía gobiernan el Partido Popular y Ciudadanos con el apoyo de la ultraderecha y, que sepamos, no nos obligan a cantar el Cara al Sol por las mañanas a las puertas de las fábricas ni a salir de noche a la calle a patearles el culo a los homosexuales. Esta noche, sobre las once, sabremos cuántos diputados van a tener los de Vox y puede ser el sobresalto del siglo. ¿Y qué hacemos si se convierten en la tercera fuerza política de España, aniquilarlos? Puede pasar y, evidentemente, sería para preocuparnos, como tendríamos que preocuparnos también si fuera Unidas Podemos. Preocuparnos, no entrar en pánico, no tener miedo. El miedo y la democracia son incompatibles y de eso no ha hablado ningún candidato. Al contrario, el que no nos ha asustado con Abascal lo ha hecho con Pablo Iglesias.

Estas son unas elecciones manipuladas, quizá más que ninguna, por el miedo y sus usos políticos. El miedo puede cambiar un país en un mes y en esta campaña electoral se ha estado experimentando con él de una manera tan clara como peligrosa. El miedo paraliza, pero tiene un antídoto: la esperanza. Así que hay que ir a votar con la esperanza de cambiar las cosas y, sobre todo, de mejorar. A la mierda el miedo, que se vaya al carajo.