¿Quién es responsable de la mala educación?

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19 oct 2021 / 06:44 h - Actualizado: 19 oct 2021 / 06:53 h.
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  • ¿Quién es responsable de la mala educación?

Si le atrae el titular de este artículo es que es de esas personas a las que le gusta las cosas claras, las respuestas concretas, la aplicación de soluciones. Pues a lo peor eso no existe, al menos en lo que respecta a las soluciones al problema educativo actual.

Muchos profesores responsabilizan a los padres de no dar ejemplo, de no marcar unas pautas claras de comportamiento, de ser demasiado permisivos, etc. Esto nos lleva a varias cuestiones: 1ª ¿Tienen los padres educación suficiente como para encargarse de la educación de otros? Y si no la tienen: 2ª ¿Son ellos responsables de no tenerla? Deberíamos preguntarnos de qué se alimentan intelectualmente los adultos de nuestra sociedad, ¿hay canales específicos en marcha para su continua educación y readaptación a los tiempos permanentemente en cambio?

Los padres y madres son esa gente que cada día se levanta para ir a trabajar, desplazándose durante kilómetros embotellados, a un puesto que en un elevado tanto por ciento no les satisface, que tienen que trabajar ambos mañana y tarde para pagar unas hipotecas elevadísimas (no por ambición desmedida sino porque no hay donde meterse sin que te esquilmen la mitad del sueldo) y que llegan a casa tarde para encontrarse a un niño o adolescente que intenta comprender el mundo y que necesita tiempo, dedicación y calidad de atención. Si la mayoría de los padres tuvieran un trabajo con el mismo horario y con la misma cercanía que la escuela de sus hijos, y con las mismas vacaciones y con un mayordomo que al llegar a casa le tuviera preparada la comida, limpiado el piso y planchada la colada, entonces podríamos responsabilizar a los padres por la dejadez educativa de sus hijos. Pero ahora, en el mundo real de trabajo y consumo en el que vivimos, los niños se crían sin referentes cercanos porque sus padres trabajan y están estresados todo el día. Antes, al menos, nos encontrábamos a la madre como permanente eje de referencia y cuidado. Hoy casi nadie puede vivir con un sólo sueldo. Los abuelos, en una pequeña parte, y la televisión en una gran parte son sus nuevos referentes. En resumen: los niños están solos y los padres hacen lo que pueden.

Los padres, por su parte, culpabilizan a los profesores. Ser profesor es muy difícil, incluso teniendo preparación. Necesito que se imaginen la siguiente situación: un profesor le dice a un alumno en clase que haga algo (por ejemplo, salir a la pizarra) y el alumno dice «no». ¿Qué opciones tiene un docente hoy en día para mantener su autoridad? Todos los demás alumnos esperan la reacción del profesor: si admite el «no», todos dirán desde ese momento «no». El profesor puede ponerse dialogante, explicativo, seductor, pero puede dedicarle media hora a la tarea que si el alumno dice «no» y se empecina (quizás porque está probando el límite de sus fuerzas, el límite de sus posibilidades), habrá problemas. Si creen que les voy a dar una solución a esta situación que se da diariamente en todos los centros educativos del país es que ustedes son de ese tipo de personas a las que le gusta las cosas claras, las respuestas concretas, la aplicación de soluciones y quizás ésta no exista. Muchos pensarán que la solución está en la coacción por medio de la amenaza del suspenso, por ejemplo, pero a muchos de ellos eso ya no les importa; o de llevar al alumno ante la autoridad superior, el jefe de estudios (pero eso ya lo han hecho tantas veces que han dejado de darles importancia y se lo toman como un paseo en mitad de la clase).

Los alumnos están acostumbrados a recibir cien fotogramas por minuto cuando ven la televisión, historias con equipos de diez guionistas, música en cascadas, efectos especiales. Y cuando llegan a clase se encuentran ante sí con una persona sencilla y normal, sin efectos especiales, intentando atraer su atención para contarle otras historias escritas por los no buenos guionistas de la historia o las ciencias. Difícil tarea.

Pero si es difícil ser profesor, lo es más si no se tiene vocación. Todos deberíamos preguntarnos hoy: ¿Quién se dedica a la educación? En general -y se lo digo con el conocimiento que da ser profesor de futuros profesores-, los que tienen vocación de ser funcionarios. Jóvenes que buscan un refugio profesional donde trabajar sólo por las mañanas y tener muchas vacaciones. Si luego el trabajo no les gusta, se piden bajas por enfermedad, se meten en cargos directivos de los centros (que le reducen la jornada docente), se refugian en sus actividades de ocio de tarde y/o lo hacen mal: trabajan sin ilusión y lo único que desean es no tener problemas, reducen los contenidos de la programación, dejan que los alumnos pierdan el tiempo, se pasan la mañana contando el tiempo que les falta para salir. Pero si usted es de esas personas a las que le gusta las cosas claras, las respuestas concretas, la aplicación de soluciones y cree que acaba de detectar dónde falla el sistema y quiénes son los responsables de la actual mala educación, pues a lo peor también se equivoca. Durante los 15 o 20 años, y por razones de frustración histórica de las generaciones anteriores, en este país hemos creado decenas de miles de titulados sin opción laboral futura. ¿Es recriminable que los titulados españoles hayan buscado hueco profesional en el primer sitio que encontraran ante un futuro más que incierto aunque no tuvieran vocación?

El sistema de selección de funcionarios docentes, sin mala voluntad ha propiciado que el perfil de un docente sea el de un joven brillante en lo aspectos teóricos (gran memoria, capacidad de estudio, etc.), con miedo a la inseguridad de los mercados de trabajo privado, que aprobando unas oposiciones se asegura un futuro estable en medio de la orgía capitalista de contratos basura, inseguridad laboral y despotismo piramidal en las empresas. Esto es, el perfil del funcionario docente no es el de un héroe, y para ejercer esta profesión habría que serlo.

Y ¿creen los profesores en la educación? Ellos saben que educar es manipular (no se asusten, lo dicen todos los manuales), orientar, dirigir. Pero ¿hacia dónde?

Nos quedan los alumnos. ¿Podrían ser ellos los culpables de la situación actual? Ya hemos dicho que muchos viven sin referentes paternos porque el sistema económico y profesional les impide dedicarles tiempo. Pero, además, hay que reconocer, que los niños y los adolescentes se dan cuenta de muchas más cosas de las que los adultos creen. Ven, por ejemplo, que sus hermanos mayores o sus primos mayores o los jóvenes del entorno más inmediato que estudiaron grandes carreras como arquitectura o medicina o derecho, no encuentran trabajo, tienen 30 años y siguen viviendo con, los padres, si encuentran trabajo es en precario: los abogados de pasante, los médicos haciendo guardias, con contratos de sustituciones de días; los arquitectos en estudios de amigos presentándose a concursos imposibles; y, quizás lo peor, todas las grandes profesiones de ayer desprestigiadas hoy. ¿A dónde les lleva -pensarán los niños y adolescentes- la ética del trabajo y el esfuerzo a la desesperación callada que ven en sus referentes juveniles? Ese es el gran problema de la educación hoy en día, que no se le puede decir a los alumnos que si se esfuerzan les irá bien.

Muchos niños quieren ser famosos (youtubers, futbolistas, actores) porque creen que ellos son queridos. Un famoso parece ser un tipo que no ha hecho nada, que lo aprecia todo el mundo y que, encima, gana mucho dinero. ¿Se les puede reprochar que quieran serlo?

Pues así con todo...

O sea, que si es usted de esas personas a las que le gusta las cosas claras, las respuestas concretas, la aplicación de soluciones, que sepa que la Educación no es de esas cosas.