La Gazapera

¿Quién le diría que no a Merche Esmeralda?

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
16 sep 2022 / 08:46 h - Actualizado: 16 sep 2022 / 08:49 h.
"La Gazapera"
  • Alfonso Losa
    Alfonso Losa

Me invita la gran bailaora y coreógrafa sevillana a ver Flamenco: espacio creativo, del bailaor cordobés Alfonso Losa, aunque se puede considerar madrileño. Buen artista, por cierto, aunque no entre dentro de mis gustos, porque soy sevillano y aquí nos gusta otro concepto del baile flamenco, más parado. En la dirección, Rafael Estévez y Nani Paños, que es como si a Antonio Banderas lo dirigiera Pedro Almodóvar. Les tienen cogida la medida. Poco público, pero partidario. Hoy un diario sevillano dice que el teatro estaba lleno, y tenía menos de medio aforo. Había más artistas y plumillas que aficionados. Eso sí, los pocos que hubo jalearon a Losa como si hubiera regresado Antonio Gades en una carroza de oro. De nuevo, un teatro en pie ante un espectáculo preciosista en lo musical y algo pesado en lo dancístico, oscuro y a veces lento. Con la maestra Merche al lado, confieso que me costaba respirar. Al que le toca, le toca. Cuando iba al teatro con Mario Maya, el genio se pasaba toda la obra apuntándome detalles. “No hay coherencia, no sabe contar la historia, le sobran adornos...”. Merche, en cambio, no abrió la boca en toda la noche, quizá porque estaba embelesada. Era un espectáculo bonito, con el cante de Sandra Carrasco e Ismael el Bola, sin un desgarro, pero con melismas de miel de Castilblanco. Qué bonito cantaron. Voces rizadas para un baile fuerte, viril, acompasado. A Losa le sobran siempre vueltas y pies. Si hubiera andado en línea recta, en vez de en círculos, habría llegado a Cantillana. Cada bailaor tiene su estilo, claro, y debe ser valiente para defenderlo a capa y espada, que es lo que hace el cordobés. Este puede ser su mejor espectáculo, sin duda, y tiene un formato que puede llevar a muchos espacios escénicos. Dos voces, una buena guitarra, la de Francisco Vinuesa, y una bailaora fría, de gran técnica, Concha Jareño, que vende bien su elegancia. Pero ¿qué hacemos con el arte? El problema de la Bienal es que apuesta poco por el pellizco y mucho por un producto vendible. En general, el público que viene al festival es poco exigente y se lo suele tragar todo. Anoche era claramente un público fan, por los gritos y silbidos al final de la obra. Les llegó el baile compacto de Losa, el preciosismo de la música, el bonito final. Hubiera sido un buen momento para acercarnos Merche y yo al Charco de la Pava y escuchar a Manuel Torres con Javier Molina a la guitarra y La Macarrona al baile. Necesitaba un chute de arte, que me dieran un pellizco, y no lo entiendan como una indirecta a doña Esmeralda, que a lo mejor ni lee La Gazapera de hoy, lo que indicaría su buen gusto. Es probable que no lo haga ni yo.