Tal día como hoy, de hace quince años, moría el mejor pianista flamenco de todos los tiempos, el sevillano Arturo Pavón Sánchez, hijo del que fuera gran cantaor Arturo Pavón Cruz, el hermano mayor de Pastora y Tomás Pavón. Era hijo de la maestra sevillana Eloísa Sánchez Frías, Eloísa Albéniz, artista a la que conocí y con la que tuve buena amistad. Arturo, pues, el pianista y compositor de la Alameda, nació en el seno de una familia flamenca, de artistas, de las más importantes de este arte. Vino al mundo en la casa cantaora de los Pavón, la más importante de Sevilla. Su padre, el mayor de los tres hermanos, nació en Arahal (Sevilla) en 1882, en la calle Juan Pérez. Trasladada la familia a la Puerta Osario de Sevilla por motivos laborales del cabeza de familia, el célebre Paíti, natural de la localidad sevillana de El Viso del Alcor, aunque criado en Tocina, comenzó a cantar siendo solo un niño de 8 o 10 años. Y de la Puerta Osario, los Pavón se afincaron en la Alameda de Hércules, de donde ya nunca se fueron. En esta calle nació Arturito, el pianista, el 27 de septiembre de 1930, cuando la Alameda era la Meca del mejor flamenco y vivían en sus ensoleradas calles artistas de la categoría de sus tíos Pastora y Tomás, el Gloria y su hermana La Pompi, María la Moreno, Manolo Caracol, Pepe Rebollo o el guitarrista Antonio Moreno. Arturo pasó su infancia entre artistas dentro y fuera de su casa. Podía haber cantado, bailado o tocado la guitarra, pero en su casa había mucha tradición musical y prefirió tocar el piano. Su padre era un gran seguidor de Beethoven y su tío Tomás, el genio del cante, admirador de Chopin. Había, pues, discos de pizarra, de música clásica, y una vieja gramola en la que escuchaba a los grandes músicos de la historia. Su madre, además, tocaba el piano. Esa vocación le llevó al Conservatorio de Música de Sevilla, donde recibió una formación que le sirvió para componer obras maravillosas, como la Suite Flamenca, su obra cumbre. Ya hizo cosas para el espectáculo España y su cantaora (1949), con el que su tía Pastora dejó los escenarios. Y al hacerse novio de Luisa Ortega, una de las hijas de Manolo Caracol, comenzó a colaborar con el genio del cante sevillano, logrando sonados éxitos en todo el mundo. Es imposible separar el cante de Caracol del piano de Arturo Pavón, o al contrario. Fue una revolución musical que animó el género en el teatro y que consagró a Arturo en uno de los grandes de la música flamenca. Murió en Madrid el 6 de junio de 2005, con 75 años, dejando un legado muy valioso. Tan valioso como desconocido, porque aunque sean muy populares sus zambras con Caracol, parte de lo mejor de su obra es bastante desconocida.