Quinto y último

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El Paquito elpaquito_2
26 mar 2023 / 10:11 h - Actualizado: 26 mar 2023 / 10:26 h.
"Cofradías","Cuaresma 2023"
  • Quinto y último

Hoy comienzo citando a San Pablo en su epístola a los Filipenses con su Himno a la Kenosis:

Con un mismo amor,
con un mismo espíritu,
con los mismos sentimientos.
Nada por rivalidad,
ni por vanagloria,
mas todo con humildad.
Considerando a los otros
como superiores a ti,
no buscando tu propio interés
teniendo los sentimientos de Jesús.
El cual, siendo Dios,
no retuvo ávidamente su dignidad,
sino que se hizo hombre.
Y hecho hombre,
se humilló a sí mismo,
tomando condición de esclavo,
obedeciendo hasta la muerte.
¡Y qué muerte!
muerte de pecador,
muerte de malhechor,
¡muerte de cruz!
Por eso Dios, lo resucitó, lo exaltó
y le dio el nombre más alto que existe:
Cristo Jesús es El Señor.
(Flp 2,1-11)

Con el escrito de esta semana no pretendo juzgar a nadie, ni mucho menos, sino simplemente intentar mostrar el grado de separación, si es que la hubiese, entre el mundo cofrade y la Iglesia. Aparentemente no debería haber ninguna diferencia o separación entre un mundo y otro, es más, el mundo cofrade supuestamente está incluido dentro de la Iglesia.

Sin embargo vean ustedes mismos, después de leer a San Pablo, si ese amor, ese espíritu aparece entre nuestras queridas hermandades. Las noticias que se han sucedido estos meses pasados, en un intento por parte del consejo de solucionar los problemas más graves que tiene nuestra semana santa, han sido noticias dignas de partes de guerra, o de sesiones plenarias en el congreso de los diputados. Imagino esas reuniones con los hermanos mayores de cada día, pertrechándose para la batalla, para defender un minuto de tiempo de paso, un recorrido histórico, cien metros mas o menos, una posición mas en la carrera oficial. Nos han llegado noticias de traición, complots, manos negras, tráfico de influencias. Una imagen por parte de los dirigentes de la semana santa muy alejada del espíritu que proclama San Pablo: no hagáis nada por rivalidad, ni por vana gloria, todo con humildad, considerando a los otros como superiores, sin buscar su propio interés. ¿Les suena algo de esto en el mundo de las hermandades? Yo mas bien me hago la idea contraria: de este burro no me bajo, tengo derecho, mi postura es inamovible, etc. Mas bien veo a los hermanos mayores yendo a las reuniones con sus túnicas, defendiendo sus colores con todas sus fuerzas, como si fueran otro tipo de entidades ajenas a la Iglesia. Todo el mundo coincide en que la semana santa tiene unos problemas graves que hay que solucionar, pero cuando se proponen las soluciones que suponen esfuerzos y sacrificios muy pocos están dispuestos a realizarlos.

Pero no solamente esta falta del espíritu que expresa San Pablo se manifiesta en los dirigentes de las hermandades, sino, como se dice hoy en día, es transversal, recorre todas las clases sociales y todos los estratos de la sociedad. Un nazareno de negro no se mueve para dejar pasar a alguien, la gente no respeta el paso del cortejo de una cofradía, incluso se han producido agresiones entre músicos y público. A algunos les molesta los chilladores y se encaran y amedrentan, otros solo quieren chillar sin medida ni mesura. Las sillitas de los chinos taponando cruces importantes, y un sinfín mas de aptitudes que seguro ustedes recuerdan y que para nada concuerdan con el espíritu que proclama San Pablo en su carta a los filipenses. Y es que estos filipenses debían ser parecidos a los sevillanos, y San Pablo tuvo que poner negro sobre blanco en qué consiste ser cristiano.

Lo dicho, no pretendo juzgar a nadie, porque yo mismo tropiezo como cualquiera en estos baches, sobre todo porque vivimos en la sociedad del derecho, de la razón y del Yo.

Creo que la Iglesia está muy lejos de esto y pretende estarlo. La semana santa, lo cofrade, exalta la pasión y muerte de Jesucristo, y un poquito la resurrección. La Iglesia ensancha y exalta la resurrección, con difundir este espíritu de San Pablo, de no defenderse, de entregarse, de no luchar por los bienes caducos, de no aferrarse al derecho, de difundir la misericordia. La persona, transformada por el resucitado, ya no tiene miedo, pierde el interés en todas esas cosas pasajeras, en luchas de poder, en conservar los bienes mundanos. Una vez encontrados con Jesucristo resucitado ya solo interesan los bienes celestiales.

Nos dicen los dirigentes de nuestras hermandades que la acción de estas es evangelizar, que salir a la calle, realizar la estación de penitencia, etc., es su modo de evangelizar, pero ¿qué es evangelizar? Evangelizar es transmitir el evangelio, cada hermandad con sus pasos transmite un pasaje del evangelio, pero no solamente como una obra de teatro que contemplar, sino también como una forma de vida posible, diciendo que el modo de vida de Jesucristo es posible, que esa es la verdad, que el ejemplo de cada uno de sus sagrados titulares es posible llevarlo a cabo en la vida real de cada uno, que el cristianismo se puede hacer carne en cada uno de nosotros, que es posible callarse ante la injusticia, que es posible poner la otra mejilla, que es posible sacrificarse por el otro, que es posible asumir las culpas del otro, que es posible perdonar a pesar de ser traicionado, que es posible aceptar la humillación sin rebelarse, que es posible que se haga todo eso realidad independientemente del itinerario, del recorrido, del horario o de la posición en la nómina de cada hermandad. Todo esto es posible que se haga realidad en la vida cotidiana de cada uno, pidiendo la fe en Jesucristo resucitado.

¡Feliz semana santa a todos!