Recuperar no es suficiente

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04 jul 2021 / 04:00 h - Actualizado: 04 jul 2021 / 04:00 h.
"Tribuna"
  • Recuperar no es suficiente

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«Recuperar» no debería ser principal objetivo. La amplitud de miras exige mejorar, crear condiciones óptimas al futuro de una ciudad y la gente que la habita. Las ciudades no necesitan ser más grandes para ser más importantes. El error ha inducido esa unidad de medida, en realidad enemiga de la calidad de vida. Error es la clasificación, ser «la primera ciudad de...». Sevilla no necesita ser más grande a costa de lo que sea, aquí es al revés; ocurre que esta ciudad, cuando había superado la cifra de 700.000 habitantes y seguía creciendo de forma vegetativa, nada por encima de lo normal, otra vez ha caído de golpe. Del golpe asestado por la especulación inmobiliaria, del comportamiento criminal capaz de crear burbuja sobre burbuja para echar a la gente de sus viviendas y seguir subiendo precios. ¿Quién puede pagar la totalidad de un salario, o casi, y a veces más, para no vivir en la calle? Los gobiernos actuales quieren hacernos añorar la dictadura que, por lo menos, hacía viviendas, con leyes—eufemismo llamado «promoción del alquiler», falso aserto para no reconocer que sólo benefician al propietario y hacen trashumante al arrendatario.

Esto es la especulación, aplaudida y fomentada por todas las instituciones, bancos, grandes empresas y, por supuesto, sus beneficiarios, la que han echado de Sevilla a más de veinte mil personas y ha llevado su población muy por debajo del último censo. No sólo se ha frenado la inmigración, de eso ya hace muchos años, se está obligando a emigrar a su población habitual asentada. Promovida desde el gobierno, banca, inmobiliarias y propietarios de todo calibre —todos –o casi- se apuntan a ganar más— y defendida por determinados medios de comunicación, en especial grupos inmobiliarios virtuales, no se conforman con provocar otro «crack», como el de 2008. No son apoyo al problema de la vivienda, porque esos grupos están interesados, forman parte de la extensión del problema. Está claro que algunos quedan muy lejos del idealismo pregonado por un nombre del que se han apropiado de forma indecente. La ayuda del alquiler turístico, levantador de orejas en todo propietario de vivienda o cuchitril, ha permitido entrar en el negocio a plataformas multinacionales que ya no se dedican sólo a lo turístico y que, de forma inexplicable, ofrecen alquileres que duplican y triplican el salario medio. Si se trata de fomentar y normalizar los «pisos patera», están acertando. Pero eso sólo sirve a la codicia, a la usura de las empresas y particulares.

Aquí es dónde el gobierno tiene el deber de intervenir, no para seguir dando ventajas a quienes más tienen, sino para cumplir con el deber de resolver el problema. A cumplir con la Constitución, ya que tienen el descaro de llamarse a sí mismos «constitucionalistas». Queda claro que su constitucionalismo, como su patriotismo, están tan lejos de ambas definiciones como el lugar dónde ingresan sus beneficios. Su patriotismo termina dónde empieza la evasión de capitales.