Ahora hay mucha gente que o no quiere casarse o, si lo hace, prefiere no hacer una celebración muy numerosa. Pues yo les digo: ¡es injusto para vuestros padres y terriblemente injusto para vosotros!
O sea, vuestros padres llevan años yendo a bodas de amigos y familiares y regalándoles dinero o cosas para la casa, y cuando se casan sus hijos, ¡¿estos no quieren ayuda de todos esos que han sido ayudados antes?!
Establecer un núcleo familiar, o sea, irse a vivir a algún sitio una pareja ¡es caro! Hay que comprar todos los utensilios de cocina, desde platos y cubiertos hasta ollas y sartenes. Hay que tener electrodomésticos y cortinas y sábanas y camas y colchones y muebles. ¡Todo vale dinero! Lo entiendo: muchas parejas ya lo tienen todo cuando se casan porque lo consiguieron antes, pero ¡en algún momento tuvieron que pagarlo! ¡Dejad que os lo reembolsen! O usad ese dinero para dignificar vuestras apresuradas compras de Ikea de cuando os fuisteis a vivir juntos.
Vuestros padres, los pobres, han estado yendo durante años a bodas y dando buenos regalos a hijos de familiares y amigos, esperando que cuando se casen sus hijos, la comunidad también les ayude a ellos ¡¿y vosotros vais de hippies y declináis tal “obligación”?! ¡Es injusto para vuestros padres!
La comunidad sabe que establecer un nuevo nido, un nuevo proyecto, es un gran esfuerzo económico. Por eso se usa la excusa de una gran fiesta para que todos aporten.
Además: no tiene el más mínimo sentido recortar invitados. ¡Que vayan todos los que quieran: si se van a pagar su cubierto! ¿Vais a quedar mal no invitando a Manoli a la que te vas a encontrar por la calle los próximos años, cuando no te cuesta nada, cero, invitarla porque ella se va a pagar su cubierto y, encima, te va a dar un poco más?
“No, nosotros queremos una celebración íntima...”. Intima cuando te dé la gana, para eso siempre hay tiempo, para reunir a ocho siempre hay tiempo, pero ¡haz una fiesta, un gran fiestorro! ¡Celebra que estáis lo suficientemente locos como para emprender un proyecto conjunto en tiempos en los que las parejas caen a vuestro alrededor como vencejos en días de verano! Además, si lo celebras a lo grande, ¡es más difícil echarse atrás luego! Te pones a pensar: “Con lo que organicé pa’ mi boda, qué ridículo más espantoso voy a hacer”. Y así empiezas a empaparte de la esencia del matrimonio: aguantar. (Ojo: porque “no aguantar” es peor).
No veas la alegría que se llevan todos tus tíos y primos y amigos cuando oyen: “No. Vamos a hacer sólo una reunión familiar. Mis padres y los suyos y los testigos”. Directamente piensan: “Acabo de ahorrarme 250 euros del ala...”.
Hay pareja que como ya tienen el piso montado se dicen: “Y es que no vamos a hacer la fiesta para pagarnos el viaje, ¿no?”. ¡Pues claro! Luna de miel hay que hacer. Y tus padres han estado pagando trozos de viajes de lunas de miel a sus sobrinos e hijos de amigos durante años. Y ahora llegas tú, que eres un alma cándida, una buena persona, alguien que no te quieres aprovechar de la situación, y tienes que pedirle un préstamo a la tarjeta para irte a Cancún. Menudo tonto. Piensa en lo siguiente: cada vez que te compraste con tu dinero un mueble de Ikea o una cortina o una lámpara para tu piso de concubinato, estuviste metiendo en una hucha dinerito para tu viaje a Cancún. Y, ahora, cuando te casas, recibes ese dinero que ya no necesitas para los muebles y electrodomésticos y te vas a la Rivera Maya con tu churri.
Y si la gente no te regala mucho porque están un poco tiesos, como poco se han cubierto su cubierto y hacéis una gran fiesta y bailáis hasta el amanecer y tenéis un recuerdo fantástico. Y os reencontráis con amigos de la niñez, y con los clientes de tu padre (que igual luego te sirven para encontrar trabajo o para que te hagan una ortodoncia más barata...) y con toda la familia, que, la verdad, la tenías un poco abandonada.
El ritual de casarse sirve para anunciar a toda la sociedad (de conocidos) que vuestra “situación” ha cambiado. Así, cuando luego vayas por la calle y te encuentres a la prima segunda Manoli no vas a pasar el mal rato de que te pregunte: “¿Sigues con Luisa?”, cuando, en realidad te has casado con Patricia. Los rituales sirven. ¿A que te has enterado de que hay un nuevo rey en Inglaterra? Pues eso... Casaos con gran bodorrio, todo son ventajas.