No han transcurrido ni diez días laborables desde los precipitados nuevos nombramientos y somos muchos quienes nos topamos con la sucia sensación de que la supuesta regeneración deviene, muy al contrario, en degeneración absoluta. Queríamos un cambio, sí, ¿pero lo queríamos aun a riesgo de ir a peor..?
La consternación del ciudadano patrio se ha enfrentado a una complicada realidad. La doble vara de medir la corrupción entre los enlodazados grandes partidos, CIU incluido, traducido en el cansino, «y tu más», ha trastornado al sufrido votante español hacia el abrazo desesperado a iniciativas no analizadas con detenimiento, representadas por sonrisas, más o menos amables, las cuales encierran trampas en forma de rencor adulterado. En definitiva, deseábamos quitarnos de encima la codiciosa podredumbre de algunos políticos ante el dinero público y, me temo, ha sido sustituida por podredumbre mental.
Son días de tribulación, en los cuales, numerosos electores de buena fe se encuentran aturdidos. Por un lado, los que directamente votaron a dichas iniciativas y, por otro, los que de ninguna manera las aceptaban. En el primer lugar se encuentran los votantes de las marcas grises de Podemos; en el segundo, los del PSOE, cuyos sufragios, muy a su pesar, han sumado, gracias a Pedro Sánchez, para otorgar alcaldías y gobiernos autonómicos a representantes de dudosa procedencia ideológica y ética.
En efecto, el votante de izquierdas, socialista, quien ya no soportaba volver a poner una papeleta del PSOE en el sobre y decide cambiarla por la de Podemos, con algo de ilusión unos, un «a ver qué pasa», otros, ha obtenido una buena dosis de jarabe de odio, pues nunca pensó que su opción serviría para acomodar en los sillones de la responsabilidad a irresponsables sin la más mínima formación humana, cuyas obras completas se resumen en discursos vacíos o frases sueltas cargadas de muerte, mezquindad o siniestras quimeras. Quienes encima, siguieron confiando en el PSOE, se han sentido absolutamente desamparados.
El ejemplo más mediático ha ocurrido con varios concejales de la candidatura Ahora Madrid, pero no es el único. Aunque parezca una broma, no son pocos los representantes del partido de Pablo Iglesias en toda España que se han afanado los últimos días en borrar afirmaciones y cuentas en Internet; no vaya a ser... Así palabras como «empalar», «matar», «guillotinar», «quemar», «ahorcar», «arruinar» o mofas de pésimo gusto están, a Dios gracias, desapareciendo de las redes sociales. De las redes sociales sí, pero no de los instintos de quienes las aseveraron. Hoy varios de ellos gobiernan Ayuntamientos y CCAA. ¿Regeneración o degeneración...?