Relativismo regio y otros

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15 mar 2016 / 19:42 h - Actualizado: 15 mar 2016 / 20:12 h.
"Mariano Rajoy","Rey Felipe VI","Luis Bárcenas","Reina Letizia","Felipe González"

No es la primera vez ni el último caso. Es ciertamente una pauta. Un ciudadano corriente debe pedir perdón donde corresponde, al menos, simbólicamente. Pongamos que en el Parlamento, ante la autoridad, de una manera más o menos formal. Un rey, sin embargo, puede pedirlo en el pasillo de un hospital. Es así, porque la pobre cultura igualitaria y democrática de España lo permite y, además, por papanatismo. La pareja real ha metido la pata manteniendo una relación epistolar telemática con un amigo implicado en asuntos serios de corrupción y de dudosa ejemplaridad. Un amigo le puede salir rana a cualquiera, como recordaba Aguirre, pero los miembros de la familia real, cuya cabeza es el jefe del estado, deben cuidar hasta eso. Y comprobada la pertenencia al género batracio deben esmerar aún más su actitud para no parecer congéneres. No lo han hecho y ni siquiera, porque son reyes, dan explicaciones; ni nadie se las pide, para eso hay una corte de pazguatos que confunden su lealtad con su actitud servil. Identifican a los críticos como republicanos irredentos, incapaces ellos de considerarse, al menos, monárquicos modernos. Si fuimos sumarios con Rajoy y sus debilidades para con su tesorero Bárcenas, no cabe ser menos con la cuchipandi regia. Este relativismo moral mina la propia reputación de la llamada, sin motivos aparentes, nueva monarquía.

Del relativismo regio al plebeyo. Felipe González ha afirmado en ultramar que le da igual mirar, a efectos de pactos, hacia el PP que a Podemos. A eso lo llaman superioridad intelectual. Estos prohombres han superado las bajuras del pensamiento de la calle, del que se sirven para llevarnos a las urnas explicándonos las diferencias entre derecha e izquierda, para luego cuando toca lo que toca, y le pueden tocar el bolsillo al que le toque, relativizar y arrinconar a la gente vulgar, pero ¿qué es eso de la derecha y la izquierda? Da igual, dicen y lo dice, también, González.