La Tostá

Renta mínima vital

Image
Manuel Bohórquez @BohorquezCas
26 may 2020 / 07:49 h - Actualizado: 26 may 2020 / 07:51 h.
"La Tostá"
  • Renta mínima vital

TAGS:

Aunque les parezca mentira existen personas en España que nunca han estado en números rojos y que jamás se han acostado sin comer. No me refiero ya a no poderse ir una semana de vacaciones o comprarse una bicicleta. No son vagos, solo son parados de larga duración o personas con mala suerte que, encima, tienen una mala racha o sufren una brutal pandemia que les impide salir a buscarse la vida en lo que sea. Estar en contra de que el Estado ayude a esta gente, a casi un millón de familias con problemas para comer, es una prueba irrefutable de que hemos logrado entre todos construir una sociedad insolidaria e insensible ante el triste cuadro de la pobreza extrema.

Hace unos días se publicó en la prensa nacional una fotografía genial en la que se veía a unos manifestantes envueltos en banderas de España mientras una indigente buscaba comida en la basura. Ni la miraron. Esa es la España a la que me refiero, que no es una España de este tiempo, el de la pandemia, sino de siempre. Era yo solo un niño cuando, en los sesenta, veía cómo unos vecinos de Palomares del Río corrían con cubos y navajas barberas porque el mulo de Martos había muerto mientras araba, de un infarto, y su dueño dijo que podían dejarlo en los huesos. Y así fue, sin control veterinario ni nada, el pobre animal quedó en las llantas en media hora y en el pueblo hubo estofado de cuadrúpedo, de animal de labranza, durante una buena temporada.

También vi cómo desenterraban del estiércol gallinas muertas de morriña, las hervían en cubos de agua y las guisaban con arroz. O sea, que entiendo que el Gobierno vaya a aprobar el viernes una renta mínima vital, una ayuda a esas ochocientas mil familias de nuestro país, unos dos millones y medio de personas que están ya en las últimas, sin nada en la nevera que llevarse a la boca. Que se vayan a aprovechar vagos que no han querido trabajar en su vida, que los habrá, y no son solo de condición social pobre, no es motivo para ponerse en contra de la renta mínima vital. Tampoco que estas ayudas vayan a ser un aluvión de votos al Partido Socialista y Unidas Podemos, porque los pobres son muy agradecidos. El que no tiene que comer y le ayudan a llenar la barriga con algo caliente, o a sus niños, sabe muy bien qué tiene que hacer cuando llegan unas elecciones, aunque le llamen estómago agradecido.

Está bien eso de crear empleo antes que caridad, pero el que hoy no tiene que comer, o que ponerse, quiere comida y ropa. Mañana Dios dirá.