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Responsabilidad política y economía

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01 mar 2020 / 13:33 h - Actualizado: 01 mar 2020 / 13:35 h.
  • Responsabilidad política y economía

Si limitamos la economía al estado en el que esta semana se han encontrado las bolsas que valoran los estímulos que deben de regir las inversiones, nos percatamos que estamos viviendo unos días complicados; la causa, el coronavirus. Sin esperarlo, una variable, no controlada por la economía, está originando una crisis que no sabemos cómo terminará.

En la planificación económica de los Estados no se preveía que esto pudiera ocurrir y, por lo tanto, se contaba con unas partidas presupuestarias que no tenían reflejado un gasto que ahora habrá que realizar. Qué fácil es que lo planificado nunca pueda ser alcanzado. A veces, los humanos, nos sentimos desbordados por acontecimientos que exceden el control que pretendemos tener.

La crisis del coronavirus pone en evidencia la debilidad que tenemos las personas, así como los propios discursos de los políticos ¿Qué imagen están dando determinadas zonas de Europa que, hasta hace unos días, eran consideradas de lo mejor? Calles desiertas; pero lo más preocupante es el miedo existente entre la población. Esto, sinceramente, los políticos no lo pueden controlar. El no control puede dar al traste con sus programas económicos y sociales, quedando, ante la opinión pública, como los responsables del caos y del desorden que una variable, como el coronavirus, puede causar. Ciertamente, no es un vector que haya sido detectado en los paneles económicos de los Estados y de las empresas, y que con los impuestos ayudan a mantener las partidas presupuestarias que los políticos diseñan en los correspondientes gobiernos.

La realidad que nos está tocando vivir en la actualidad nos obliga a reflexionar sobre la responsabilidad política en relación con la economía. El Bien Común tiene una gran importancia en el desarrollo económico, ayudando a fomentar riqueza social. Para lograr este objetivo hay que recuperar la dimensión ética del Estado. Este, y no otro, debe ser el reto de cualquier responsable político. Siguiendo a Paul Collier, la semana pasada, lo tomé como referencia, hay que tener presente que "los límites éticos del Estado son establecidos por los límites éticos de su sociedad. Por lo tanto, la actual falta de resolución ética del Estado refleja el declive de la resolución ética de toda sociedad: cuando nuestras sociedades han quedado más divididas, se han vuelto menos generosas con el otro lado de la división".

Para solucionar las consecuencias que está originando el coronavirus, es preciso trabajar de manera conjunta y coordinada entre los diversos Estados, porque esto ayudará a superar todas las incidencias negativas que puedan darse, haciendo que el mundo pueda ser más solidario. No se entiende el empeño de muchas personas por dividirnos y por destrozar la unidad alcanzada. Hemos experimentado que la unidad ha logrado generar un Estado de Bienestar, que posibilita a quienes viven en el mismo tener una gran calidad de vida.

La ruptura nos limita, y lo hace también económicamente. Esto implica que perdamos capacidades para dar respuesta a las diversas necesidades educativas, sanitarias, sociales y de infraestructuras, que se vayan generando. Deberíamos tener muy en cuenta lo que se nos dice en el libro, El futuro del capitalismo: "El apogeo del Estado ético se desarrolló durante las dos primeras décadas de posguerra. Los estados crearon un abanico de obligaciones recíprocas sin precedentes en una época gloriosa de la resolución ética"

La responsabilidad política en la actualidad es un valor que se echa en falta. Hacer política no puede reducirse a discursos en donde sus contenidos no buscan ni la cooperación ni el camino de realizar un proyecto conjunto. La falta de estas dos dimensiones pude hacer que el Estado Ético esté desapareciendo. En una buena parte de Europa, en donde se implantó el Estado del Bienestar, se hizo a través de dos corrientes políticas: la demócrata cristiana y la socialdemocracia. Ambas, ayudaron a construir una sociedad que buscaba el bien común. La economía jugó un rol esencial, por cuanto se unió a estas concepciones políticas, y apoyó a que los sucesivos gobiernos pudieran establecer políticas sociales que han ayudado a transformar los países adscritos a estos principios. Esto ha hecho posible que políticos y tejido empresarial trabajaran por un Estado que respondiera a los principios del Bien Común. El Estado Ético ha sido su línea de trabajo.

Nos debería de causar una gran tristeza la pérdida del Estado Ético. Collier expresa que con el tiempo, "sostener los éxitos de la socialdemocracia constituía una herencia tan evidente que se dio por sentada"; pero, este logro, se ha ido olvidando. También hemos ocultado todo lo que la democracia cristiana afianzó. En palabras de Paul "la salida de la Gran Depresión, gracias a la Segunda Guerra Mundial, había consistido en mucho más que un inadvertido paquete de estímulos; había sido una inmensa empresa común en la que los líderes habían dado forma a relatos de permanencia y de obligación mutua".

La economía no puede desligarse de la responsabilidad política. La economía debería de ayudar a desarrollar un Estado que busca solucionar los problemas de sus habitantes. La interrelación positiva entre los responsables políticos y el tejido empresarial hará posible que la economía pueda aportar los recursos necesarios para mantener el Estado Social de Derecho. La corresponsabilidad debería ayudar a generar cercanía, proximidad, respeto y, ante todo, unidad. El Estado Ético es el resultado de la interacción que se potencia entre ambos actores, los políticos y los empresarios.

Ser cercanos, tener proximidad, fomentar el respeto y vivir con unidad son los principios necesarios para que, lo alcanzado a lo largo de las últimas cinco décadas, no se pierda. Un Estado Ético debe alejarse de todo aquello que nos pueda distanciar. La economía puede convertirse en el punto que fomente la unión entre las personas; pero para ello tiene que tener como objetivo la generación de la riqueza social.

Ser responsables, desde la política, tiene que llevar a los políticos a contar de manera constructiva con la economía. Responsabilidad Política y Economía son dos pilares fundamentales para que nuestra sociedad no deje de avanzar en el bienestar. Estas columnas deben de huir de todo aquello que fomente división. Para ello es necesario que los populismos no avancen porque no buscan otro escenario que no sea la confrontación. Lo que peor les puede pasar a los partidos políticos, con principios socialdemócratas, socialcristianos y liberales, es que se dejen llevar y conducir por consignas populistas. Esto puede suponer el principio del fin de los Estados Sociales de Derecho. La estrategia de los populistas y nacionalistas, Collier la define de la siguiente manera "generar cohesión en una parte de la sociedad creando desavenencias con otras. Las identidades oposicionistas resultantes son letales para la generosidad, la confianza y la cooperación".

Responsabilidad Política y Economía no deberían darse la espalda. Los socialdemócratas, los socialcristianos y los liberales tienen la obligación de entenderse, de lo contrario, traicionarán al propio Estado del Bienestar y, por ende, a la población que configura esta realidad política.

La próxima semana reflexionaré sobre Empresa Ética y economía.

David López Royo

Sociólogo