Rey Mago

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30 oct 2015 / 21:22 h - Actualizado: 30 oct 2015 / 21:22 h.

Ya llegan los fríos. Los humeantes peroles indican que los erizos de los castaños ruedan por los suelos entre prados de hojas rojizas y otoñales. Por fin acaba un año donde las urnas han marcado el guion de los avances de este país. Se aproximan también fechas entrañables y las del 20-D prometen ser muy generosas porque jugar a ser Rey Mago gusta a cualquiera. Prometer y regalar a diestro y siniestro, sobre todo si lo que se regala no es suyo, sino de todos, es bastante regocijante.

Estoy de acuerdo en crear puestos de trabajo, bajar el paro, subir los salarios, que los puestos de trabajo sean fijos, y cómo no, conciliables con la familia. Que se incrementen los servicios sociales, acoger a refugiados, mejores pensiones, se mejore la dependencia, y por supuesto que se den garantías por nacido de una renta mínima. Votaré por supuesto, pero son tan parecidas las promesas y tan centradas que realmente me será difícil elegir, al menos pensando como ciudadano.

Derrochemos alegría, todo envuelto en papel de regalo, en caravanas que recorrerán pronto todos los pueblos recogiendo cartas de ciudadanos, no tan niños ya, y que poco a poco maduran y miran con recelo al Cartero Real. Promesas incumplidas, sueños prometidos, esfuerzos sin recompensa, vidas rotas...

No es de buen gusto decir, y por eso nos lo ocultan, que toda esa lista de regalos viene tras una previsión de ingresos irreales y que la verdadera carga de esos regalos las soportan «los padres», es decir, las empresas. Claro que necesitamos empleo, pero no encontrarán en los programas grandes medidas de apoyo a los empresarios que somos quienes los creamos. Los que dicen que subirán los salarios por decreto, no dicen que los acabarán pagando los clientes, y es a los empresarios a quienes nos toca convencerlos de que acepten nuestro producto o servicio de forma que soporten nuestros costos y, para colmo, las promesas de otros.

Demasiadas promesas, pero se olvidan de decirnos cómo las llevarán a cabo. Yo humildemente les voy a dar una pista, que más que la mejor, creo que es la única posible. Garantizar el futuro es únicamente posible fomentando una economía competitiva, en un contexto donde la competencia no está en nuestro barrio, nuestra ciudad, o nuestro país, es global. Para ello, es fundamental orientar la educación y la cultura de emprendimiento con una formación dirigida a respetar los valores y a respetarnos todos, así será garante de una capacidad real de recuperación que podrá ser puesta a prueba durante siglos.

Si fuese sencillo, tan sencillo como ganar y aprobar una ley, ¿por qué en vez de aprobar un salario mínimo, no aprueban un salario máximo? Sencillamente, porque no se puede prometer lo incumplible. Desgraciadamente, tenemos miles de expertos que saben cómo deben ser los empleos que necesitamos crear, pero solo unos pocos son capaces de crearlos. Tenemos miles de expertos en distribuir el gasto social, pero solo unos pocos generan la riqueza necesaria que debe proporcionar los ingresos para sostenerlos. No es tan sencillo ser Rey Mago. ~