Ciudadanos es un partido ya fuerte y con personas de valía en sus filas. Consiguió 57 diputados en las pasadas elecciones, es la tercera fuerza política y le disputa al PP la hegemonía de la derecha. En Andalucía, por poner un ejemplo, gobierna con el Partido Popular y parece que no lo hace mal. Es decir, es un partido bien posicionado en el mapa político nacional y bien visto por parte de la sociedad en general. Con posibilidades de gobernar algún día y de sentar en la Moncloa a un presidente o a una presidenta. Tiene un problema, Albert Rivera, que tiene menos personalidad política que el perro de El Lele, un can de la Carretera de Su Eminencia que se iba detrás de todo el que le enseñara un hueso y que cuando alguien se lo daba, lo despreciaba. Aquel jodido perro no sabía lo que quería. Rivera le ha levantado el castigo al Partido Socialista, como dijo ayer Pedro Sánchez, quizá porque se huele un mal resultado del bloque de la derecha en las elecciones del día 10 y tiene ya prisa en formar parte del Gobierno de España. Las encuestas no le favorecen y si se estrellara, si Ciudadanos dejara de ser la tercera fuerza política, Ribera se tendría que ir a su casa. No he conocido en España a un líder político más veleta que el catalán, con menor nivel cultural y menos claridad de ideas. ¿En alguno de sus discursos le han oído citar a algún político o escritor importante? No es que esto sea determinante para ser o no un buen político, pero da que pensar. O sea, que Alberto Carlos Rivera Díaz, aquel chaval bien parecido que apuntaba maneras hace unos años y que era ya diputado del Parlamento de Cataluña en 2006, con 27 años, se ha convertido en un chaquetero que no sabe en qué brazos echarse para pisar moqueta. Ahora dice que podría pactar con el Partido Socialista para que haya un gobierno en España un mes más tarde de las próximas elecciones. Con Sánchez, con Casado o con Abascal, le da igual. Esperará resultados y hará lo que le convenga a él y a su partido, no a España. Le gustan las posiciones cómodas y no arriesgar nunca nada. De un líder así es mejor no fiarse mucho.