La vida del revés

Rociito se escribe sin tilde y usted sigue siendo pobre

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07 abr 2021 / 10:12 h - Actualizado: 07 abr 2021 / 10:24 h.
"Opinión","Televisión","La vida del revés"
  • Antonio David Flores y Rocío Carrasco.
    Antonio David Flores y Rocío Carrasco.

No termino de entender qué interés tiene para millones de personas que un sujeto sea infiel a su mujer, que sea un golfo o que hace veinte años maltratase a la que fue su esposa. Podría entender el interés por el problema de maltrato si se tratase de una sentencia judicial, o de una ley, o de un reportaje periodístico serio, que buscasen acabar con un problema convertido en una lacra insoportable para una sociedad moderna. Pero que una señora se ponga delante de una cámara para contar su versión de unos hechos que solo interesan por el morbo que provocan los protagonistas, que solo interesa porque la cadena se ha volcado en la promoción de la serie, y que solo interesa porque el nivel cultural de los españoles se encuentra en caída libre, me parece irrelevante y prescindible.

Se está produciendo una situación que resulta más que llamativa. Por un lado, la tal Rociito (sin tilde, pues se trata de una palabra llana acabada en vocal y el grupo ii forma hiato; es decir, sus sílabas son Ro.ci.i.to) suelta lo que le parece más oportuno sobre su relación con el que fue su marido. Las pruebas que aporta son cero; su propia versión es lo único que avala lo que dice. Primer resultado: él a la calle, él se queda sin trabajo. Los presentadores de los distintos programas dictan sentencia y acusan a ese tipo de ser una especie de diablo. La cadena aprovecha y le pone de patitas en la calle para que parezca que en esa casa lo que se busca es el bien común, una sociedad más justa y equilibrada (en realidad, se pasan la vida entre caspa y mugre y miseria que airean sin piedad). Y las masas toman partido aplaudiendo a unos u a otros. El éxito de audiencia está garantizado y los ingresos se multiplican.

Lejos de avergonzarse por un programa de televisión deleznable, la cadena saca pecho en sus informativos (lo que oyen, en sus informativos) diciendo que el número de atención a mujeres maltratadas está recibiendo una cantidad de llamadas muy superior a lo habitual desde se emiten los distintos capítulos de la serie sobre las cloacas de una familia. Es decir, nos quieren decir que esa cochambre es como el servicio público al que deben tender todas las cadenas de televisión, parece que lejos de ser un auténtico insulto a la inteligencia es el favor del siglo. Nadie se pregunta, al mismo tiempo, qué tipo de personas llaman a ese teléfono, qué nuevas motivaciones tienen para hacerlo después de rebozarse en los males ajenos. Nadie se pregunta nada de nada. Todo vale y las explicaciones o los razonamientos serios sobran.

El que fue marido de la tal Rociito (sin tilde) volverá a los platós de televisión para ganar dinero a espuertas. Si no es en esa misma cadena será en cualquier otra. Y seguirá haciendo caja como todo este tiempo atrás. La propia Rociito (sin tilde, ya saben lo del hiato) seguirá ingresando un dineral por no sabemos qué razones. La cadena de televisión aumentará sus ingresos de forma abrumadora. Y todos nosotros seguiremos siendo igual de pobres a pesar de tomar partido en este asunto de forma casi melodramática. Y, lo peor de todo, el problema del maltrato de género seguirá intacto. Aunque la ministra de Igualdad, Irene Montero, se apunte a este carro de forma absurda y patética, seguirá intacto.