Rocío inacabable

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03 jun 2017 / 09:36 h - Actualizado: 03 jun 2017 / 09:36 h.
"Cofradías","Pareja de escoltas"

Tengo un amigo de mirada clara. Me gusta escucharlo porque dice siempre la palabra justa, quintaesenciada en ese alambique que va del corazón a la cabeza. Es un hombre con un trabajo difícil y una devoción fuerte. Cuando se retira al campo, —recuerdo los versos de Lorca: «¡Qué blando con las espigas!/ ¡Qué duro con las espuelas!/ ¡Qué tierno con el rocío!»—, él cuida los olivos, templa la guitarra y llama a sus imponentes mastines que le obedecen ciegamente porque se saben amados. Ahora, Josemi estará pisando la arena de la aldea y habrá ido ya hasta la Virgen infinidad de veces. En los ratos mejores, sin que nadie le moleste con insistencias, cuando su espíritu haya querido desbordarse, habrá cantado en el tono medido y exacto con el que hace las cosas unas sevillanas que, palmas sordas y compás lento, habrán provocado lágrimas: «Me voy pa el Rocío/ a ver a la Virgen/ a ver la Pastora/ y a ver qué me dice./ A verle la cara./ A ver si es verdad/ que Ella es tan guapa.» Porque se puede ser un hombre de hoy, conocedor de las más duras realidades, y, a la vez, poeta y músico. Se puede montar en una moto imponente con casco casi espacial, que te riña y te dé miedo; y, sindobleces de personalidad, acariciar las ramas de los árboles, encender un fuego y explicar, una a una, historias y fotografías de un Rocío perenne. Tú, que lo vives todo el año —como tantos buenos rocieros que allí toman luz para su vida diaria—, acuérdate de nosotros. ~