Los medios y los días

Rubén Castro, marcado

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26 jul 2021 / 04:00 h - Actualizado: 26 jul 2021 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Rubén Castro. / EFE
    Rubén Castro. / EFE

Nadie de nosotros puede saber lo que sucedió entre Rubén Castro y la que fuera su pareja a menos que estuviéramos presentes en esos momentos decisivos que han marcado sus vidas. Pero no, fue algo entre dos seres humanos, personales e intransferibles, con los mismos derechos y las mismas obligaciones. Ellos sí lo saben. Sucede lo de siempre: cada uno mira por sí mismo, por su propia conservación, tal vez cada uno está más sometido a sus emociones que a sus razones. Y como las emociones y los impulsos han vencido, y no para bien, ha debido intervenir la razón en forma de justicia y la justicia, con los hechos a su alcance, ha dictaminado lo que ha creído conveniente. Hasta ahí llega el tema o debería llegar, ¡tantos factores hemos inventado los humanos para no matarnos los unos a los otros siguiendo la tradición de Caín y Abel...!

El factor justicia ha sentenciado dos veces que Rubén Castro no es culpable, lo ha absuelto, para la justicia ese señor no es culpable de lo que dicen sus detractores que es culpable. Sin embargo, en gran medida, es inútil, Rubén Castro ya está marcado para siempre, en el contexto actual el exdelantero del Betis quedará ya con ese estigma, es tan fácil destruir hoy a una persona... Basta con que una de mis alumnas vaya a la policía y denuncie que yo la he acosado en una tutoría para que Ramón Reig pase a la historia. Si a veces la torticera interpretación de alguno de mis textos lleva a los odiadores de las redes a ponerme a parir, una denuncia policial que al final se demuestre falsa pone en marcha una maquinaria legal que consiste en primero disparar y luego preguntar cuando ya estás gravemente herido. Pueden declararte inocente al cabo de no sé cuánto tiempo interminable de angustia, da igual, estás marcado, todo el esfuerzo de una vida para llegar a ser alguien se va al traste, la violencia y la locura de una minoría de varones las pagamos todos los demás.

Me dijeron que un club andaluz de primera división pensó en fichar a Rubén Castro, traérselo desde el Cartagena a Andalucía. Mi informador me asegura que las redes sociales se llenaron de mensajes acusándolo de maltratador, acosador y otras lindezas. Ya está, marcado. En el Betis, oficialmente, poco se va a recordar a Rubén Castro, no va a tener una puerta con su nombre ni nada parecido porque gracias a sus goles el Betis subió a Primera y no bajó a Segunda. No, diga lo que diga la justicia, mucho personal necesita que sea mentira, no por atacar a Rubén Castro, no por defender a las mujeres, lo necesitan para ser alguien, una necesidad que impulsa a no rectificar nunca: la tierra es plana aunque te invite Jeff Bezos a verla desde su cohete. Hay gente tan llena de bilis y tan escasa de vida interior y de rigor que se agarra a un clavo ardiendo para creer que tiene personalidad propia, es la antítesis de la ciencia y de la filosofía, por eso no ven la realidad -les guste o no- sólo sienten su realidad imprescindible para no complicarse la vida.

Si yo fuera creyente, tendría que decir que sólo Dios sabe la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad de lo que ocurrió entre Rubén Castro y su expareja. Como no lo soy, afirmo que son ellos dos quienes lo saben. Comprendo que hay que defender a la mujer de la violencia de todo tipo a la que está sometida, pero se dan estos casos en los que la justicia dictamina algo y una buena parte de la sociedad impide que el ayer acusado y hoy absuelto pueda ir por la vida con la cabeza alta, en su interior no sé lo que habrá, yo sólo sé que en este caso hay un ser humano marcado tal vez para siempre, lamento las tensiones enormes a las que habrán estado sometidos ambos, ella y él, y espero que el episodio nos sirva de lección a todos y a todas, en mi caso, desde luego, estos hechos despiertan una gran inquietud porque ha sido mucho lo que mis padres y mi familia han hecho por mí, para que llegue adonde estoy, es mucho el esfuerzo, los entrenamientos y los partidos jugados, perdidos y ganados que he acometido, como para que me pueda ocurrir algo similar, puesto que ahora mismo todos los hombres somos culpables mientras no se demuestre lo contrario. Pero la vida es riesgo y habrá que afrontarlo.