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Rusia ha caído en la trampa

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16 abr 2022 / 12:58 h - Actualizado: 16 abr 2022 / 13:00 h.
  • Rusia ha caído en la trampa

Así es. La invasión de Ucrania ha fortalecido a la OTAN. Rusia ha caído en la trampa tendida por la figura invisible conocida ya como “Nuevo Orden Mundial”. Porque no pueden olvidarse los crímenes nazis en el Este del país, le han puesto el anzuelo ante sus fauces y lo ha mordido. Y unos y otros están jugando a costa del sufrimiento del pueblo ucraniano que seguramente no habrá aprobado los movimientos neo-nazis ni la violencia y hasta masacre contra los pro-rusos del Este, movimientos que muy posiblemente en muchos ambientes y ciudades ni siquiera hayan llegado a conocerse por la habilidad de los regímenes totalitarios para ocultar o deformar la información. En Rusia, en Ucrania y en los Estados Unidos, todavía hoy reflejo de democracia para el mundo. Un reflejo cada vez más difuso, esa es la verdad.

Desde el corazón financiero de Estados Unidos e Inglaterra y extendido a todo el mundo occidental, hace más de cincuenta años, quizá cien, se viene fraguando lentamente el sueño de unos cuantos iluminados, encerrados y ocultos en las fortalezas que son las torres de cemento y cristal, sedes de sus conglomerados financieros y su ejército de servidores sin uniforme. El sueño de los fanáticos del poder, los que cuanto más tienen más quieren en una escalada sin fin visible, cuyo último objetivo parece homologarse al control pleno y absoluto de todos los habitantes del planeta.

Pero hay estados que no aceptan ese “Orden Mundial”. No es que sean más puros, quizá no tengan menos apetito de poder, algunos de ellos al menos, tal vez a lo que aspiran es a imponer otro “Orden”, regido por ellos mismos. Quieren ser protagonistas, no comparsas de una nueva estructura mundial dirigida por otros. Hoy, sin el enemigo comunista, los bloques no tendrían sentido: no deberían tenerlo. Pero, gracias a ese ansia de poder único aliciente que mueve a los poderosos, los dos bloques están formados por aspirantes y enemigos de ese “Nuevo Orden Mundial” creado, preparado y perseguido desde el cuartel general de los distritos financieros más influyentes, dónde están los potentados más poderosos y por eso, también, los más peligrosos. Los dos bloques son los fabricantes y seguidores de ese “NOM” y aquellos estados opuestos a la acumulación de todo el poder en sus manos.

Al provocar la guerra en Ucrania, la guerra ha dejado de ser un fenómeno lejano, ajeno, traído al corazón de Europa. A la puerta trasera de una Unión Europea en aparente conversión en Confederación, creación imposible porque la unidad perseguida por el N.O.M. no es una unidad orgánica, es una unidad forzada para ejecutar el dominio mundial. Mientras las potencias occidentales han simulado ayudar a Ucrania a resistir, y así alargar el enfrentamiento, están liquidando su material de guerra a punto de obsolescencia y están justificando multimillonarias inversiones en nuevo armamento, nuevo y más moderno. Las cosas no se hacen a la ligera y lo ideal es que cubran varios objetivos al mismo tiempo. Eso es aprovechar el tiempo y las opciones.

La guerra en Ucrania terminará, pero Rusia no puede permitirse el “lujo” de perderla. Alguien se hará cargo de la reconstrucción del país, lo que lo dejará sumido en una crisis incalculable. Rusia se aposentará en las regiones del Este, pobladas en gran medida por rusos que, a su vez, han sufrido la represión ucraniana, policial y paramilitar. Y el mundo habrá “superado” una nueva crisis: Rusia podrá ganar la guerra en lo militar. Pero en lo político, estratégico y económico la habrá ganado la OTAN. Es decir: el Nuevo Orden Mundial.