¿Cuántos miles de muertos nos dejará finalmente esta pandemia? A veces pienso en el Pedro Sánchez persona, en lo que pensará este hombre cuando esté a solas consigo mismo, o en las charlas con su señora, ya fuera de todo planteamiento de marketing político, de todos los maquillajes para salir en la televisión con esa retórica en la que no le importará ir contra sí mismo y su conciencia si así logra que la gente crea que no lo está haciendo tan mal.
Lo que yo veo en la TV y en las fotos de los medios es a un hombre asustado, inseguro, asombrado, alguien que siente que está en la vorágine de una pesadilla. Veo a un joven que no estaba preparado para esto porque para esto hay pocos que estén preparados pero él aún menos. Lo querían quitar de en medio sus propios compañeros de partido para poner a Susana Díaz apoyada por la vieja guardia y él se enfrentó a todos esos poderes fácticos, agarró su coche y se fue por toda España predicando su buena nueva y se ganó a la militancia, venció incluso al Grupo Prisa que lo difamó en editoriales de El País pero al final el diario torció la cerviz y hasta cambiaron de director para colocar ahí a una directora más del agrado de Sánchez y ahora la Cadena SER hace lo que puede por aminorar sus responsabilidades en la pandemia.
Contra todas esas adversidades ha luchado este Pedro el Perseverante pero no había enviado sus naves a combatir contra los elementos y menos contra un elemento tan minúsculo que coge su honda como si fuera un David cualquiera y alcanza con sus pedradas a Goliats por más que sean condes, marqueses, actrices, empresarios, mandatarios de la Guardia Civil, deportistas o herederos al trono de Inglaterra.
Me imagino que el Pedro Sánchez persona que habla con el hombre que siempre le acompaña tendrá conciencia, como todo el mundo. Como no le conozco no sé qué grado de sensibilidad tendrá esa conciencia, pero este chaval –yo lo veo más como un chaval aturdido que como un presidente- y todos sus compañeros de gobierno y sus malos asesores –porque a los buenos se les aparta- supongo que en alguna ocasión se estarán planteando –y tal vez lo hagan más en el futuro, cuando merme la tormenta- si podrían haber evitado algunos miles de entre los miles de muertos que se está llevando por delante el virus.
Sánchez y los suyos estaban preparados para las cuatro simplicidades de moda del mundo de hoy: la igualdad tomada como estímulo al mediocre, el feminismo chorra que imita al hombre y al capitalismo, planes educativos de pitiminí, decir que todos somos xenófobos y racistas menos ellos, comprar votos a cambio de subir sueldos... Esto es, una falsa izquierda que va sembrando pensamiento débil y ortodoxia de la ignorancia por doquier. Estaban preparados para enfrentarse a una derecha torpe que no acaba nunca de romper el cordón umbilical de la historia de un país acostumbrado a vivir bajo dictadores y corrupción desde el siglo XIX como antecedente más próximo. Pero no para esto.
Se les está atacando fieramente a Sánchez y los suyos. Pero ellos saben la verdad de lo que ha ocurrido. Y si tienen conciencia –como se supone- ahí llevarán el castigo de por vida. Veremos ahora la estrategia política que les trazan sus asesores para salir de ésta porque en realidad deberían dimitir todos, no ahora sino tras el huracán, pero eso no lo hace un político normal, sólo los grandes espíritus reconocen sus fallos y se atienen a sus conciencias ante la gente. Estos intentarán la cuadratura del círculo para al menos sembrar la duda entre los ciudadanos, la duda y unos euros pueden crear votos. No creo que Pablo Casado lo hubiera hecho mucho mejor, es otro muchacho inexperto -casi todo es marketing en estos políticos-, pero el caso es que quien está ahí arriba es Pedro Sánchez, los suyos y sus conciencias.