Menos mal que este próximo fin de semana Pedro Sánchez acudirá a la clausura del Congreso del PSOE de Andalucía. Llega en el momento oportuno, no ya porque con su presencia escenificará, al menos oficialmente, la unidad con Susana Díaz, que se presenta a su reelección como secretaria general de los socialistas andaluces, sino, porque, a buen seguro, despejará todas las dudas surgidas sobre el criterio que tiene el partido, a nivel federal, en torno al tema territorial e, incluso, más en concreto, sobre el nuevo modelo de financiación que se ha de aplicar en el futuro en este país. Qué mejor ocasión que esta para, de verdad, dejarnos de falsos gestos de una artificial e inexistente empatía y explicar en tan cualificado foro qué es lo que realmente plantea su partido en esta nueva etapa en la que está aún por dibujarse el nuevo mapa organizativo del Estado de las Autonomías.
Y es que Sánchez debe ser consciente de que tanto él como el resto de sus más allegados colaboradores no hacen más que confundirnos. A la indefinición sobre el Estado Plurinacional o la nación de naciones, se une la fórmula lanzada con nocturnidad de aplicar una quita a la deuda de Cataluña, propuesta, más tarde, reducida a una simple opinión personal de uno de sus dirigentes. Ideas surgidas con la intención de calmar al sumamente inquieto pueblo catalán y que, más bien, han conseguido todo lo contrario: dicho colectivo se ha mostrado indiferente mientras que ha sembrado la preocupación en el resto del país no se vayan a ver marginados por un trato de privilegio a Cataluña.
Y no es cosa de espíritus sensibleros. Ahí está el muy experimentado Rafael Escuredo, expresidente de la Junta quien, incluso, se muestra extrañado por lo que considera falta de reacción desde Andalucía a ese traje a medida que parece se está confeccionado para otros. «Andalucía debe levantar la mano» advierte para recordar cómo el pueblo andaluz habló a través de la movilización popular (4 de diciembre) y de un referéndum (28-F) con todas las de la ley, y con su correspondiente trampa, para alcanzar su anhelada, entonces, autonomía. La propia consejera de Hacienda, María Jesús Montero, trataba de tranquilizarle en el desayuno informativo vivido en el hotel Alfonso XIII este pasado miércoles. Venía a decir que Andalucía sí está reaccionando y, de hecho, ya está preparando su propia propuesta para el nuevo modelo de financiación que, además, pretende consensuar con el resto de grupos políticos en el Parlamento andaluz.
Desconocemos si Escuredo quedó satisfecho con tal respuesta pero, desde luego, lo que mejor viene a todos es que sea el mismísimo máximo dirigente socialista el que arroje luz, definitivamente, sobre este asunto tan controvertido y delicado. Y debe hacerlo él, ya que ni siquiera sus más estrechos colaboradores de aquí se han atrevido a aclarar las cosas. Como mucho, han salido a la palestra para hablar de cuotas y demás bagatelas orgánicas. Por si le sirve de algo, podría inspirarse en la exposición que sobre los 40 años de autonomía y socialismo andaluz se va a montar en el hotel Barceló Renacimiento, en Sevilla, el lugar en donde se celebrará dicho cónclave estos próximos días y donde podrá comprobar las razones que llevan a la mayoría de los andaluces a considerar al PSOE como el partido que mejor defiende los intereses de esta tierra. Así de sencillo. Ese valor es el que les ha traído hasta aquí y supone, desde luego, su principal patrimonio, por ahora.
Así que no habrá que esperar mucho. Sánchez vendrá y nos enseñará el camino. Por de pronto, ya tiene algunas ideas en marcha y a considerar, como es el planteamiento lanzado por la propia Montero, quien aspira a un nuevo modelo basado en la suficiencia financiera, la corresponsabilidad y autonomía fiscal, la equidad, la sostenibilidad y la lealtad institucional. Y por si fuera poco, se propone desde Andalucía la creación de un fondo específico con aportaciones del Gobierno central y los autonómicos para garantizar en todo momento el mantenimiento de los servicios públicos. Como podrá comprobar Sánchez, aquí no sólo se levanta la mano ante las injusticias que se puedan cometer. También se configuran ideas y alternativas claras y sencillas para despejar dudas e incertidumbres. ~