-
Europa press
En su modalidad liliputiense y pitufa, parece que Pedro Sánchez está actuando como Mao cuando entre 1934 y 1935 se llevó al ejército comunista lejos del frente de batalla, a 12.500 kilómetros China adentro. Mao había sido derrotado por el ejército gubernamental de China, entonces al mando de Chiang Kai-Shek, un autócrata al que no le gustaban los comunistas.
El Chiang Kai-Shek de Sánchez y de Iglesias ha sido Isabel Díaz Ayuso, no creo que sea una autócrata pero está en su derecho de serlo si puede. Al primero ya se lo ha cargado y lo ha enviado a que camine otra larga marcha hacia el lugar del que salió: la TV, allí predicaba como nadie pero cuando tuvo que dar trigo encalló por jugar tanto a ser Lenin en 2021 y antes. Sánchez es más socarrón y otra vez se ha escondido, ha llevado a término una corta marcha de escondite para contraatacar de nuevo. A Mao le fue bien la caminata y logró el poder, a ver qué le sucede a Sánchez con el ratito que se ha tomado, que eso es lo que significa su retirada comparada con lo que caminaron los comunistas chinos.
Dicen que al final de los 12.500 kilómetros sólo llegaron una decima parte de las tropas que partieron del frente, a ver cuántos socialistas quedan en el camino ante el mandamás Sánchez que se quiere quitar de en medio a los veteranos sin saber acaso que esos pertenecen a una generación que no han necesitado ir al gimnasio cuando eran jóvenes para dejarlo KO si se lo propusieran.
Los veteranos no son como el señor José Manuel Franco o como Ángel Gabilondo que, aunque tenga sus años, es demasiada buena persona para estar en política y más buena gente parece si se le cruza un listillo como Sánchez. Pero vamos a ver, profesor Gabilondo, debe usted echar mano de su dignidad, propia de la casta de los catedráticos, a la que yo también pertenezco con orgullo: ¿cómo se deja usted guiar por un muchacho que comete una de las peores fechorías que se puede cometer en la universidad que es falsear su tesis doctoral? O usted es un socialdemócrata convencido totalmente o un ambicioso, ese susto que le ha dado su corazón es por haberse tragado los sapos que jamás debió tragarse porque usted es filósofo, las huestes como Sánchez están para limpiarle los zapatos y escuchar sus consejos, no al revés.
Ahora Sánchez, en su retiro, le estará preguntando a Redondo a ver por dónde salimos después de que la gente no se haya tragado el espantajo fascista ni machista ni homófobo, ni xenófobo ni leche migada. Para eso se ha recluido en sus cuarteles de invierno mediante su ratito libre o larga marcha pitufa-liliputiense, ya verán cómo aparece más sonriente que unas castañuelas con medidas supuestamente de izquierdas con las que a lo peor vuelve a engañar a la gente porque a Sánchez le importa un pito la pandemia, eso se lo deja a las comunidades autónomas, alcaldes, policía, guardia civil y jueces. Lo que a él le interesa son las siguientes elecciones generales para no tener que irse de larga marcha esta vez al menos por cuatro años y además cómo arreglárselas en esas elecciones si la descomposición o el follón interno en Podemos está casi garantizado con la marcha de la marca y logotipo Iglesias y la lucha interna que sin duda se estará ya produciendo en el interior de los revolucionarios de boquilla y pacotilla que intentan convivir o conmorir en esa formación.