Me cuesta trabajo admitir que Pedro Sánchez vaya a ser un corderito en manos de los catalanes y de los vascos con tal de mantenerse en el poder. Supongo que debe saber que eso puede ser pan para hoy y hambre para mañana porque puede dejar a España al borde del precipicio y entonces que se olviden él y otros de la Moncloa. Pero voy a suponer que sí, que este hombre en el fondo es un vulgar miembro de la generación X que cumple a rajatabla la obligación de todo poder que es mantenerse, si bien ese principio yo lo aplico al Poder, no al poder, y Sánchez es el poder que intenta ser un poco el Poder metiendo a sus fieles en empresas públicas y privadas lo cual es un anuncio de posible fracaso si nos acordamos de la labor de los políticos enchufados en las cajas de ahorros que no tenían ni idea o tenían pocas luces sobre el terreno que pisaban.
Ahora viene otra foto de la plaza de Colón porque haya o no haya foto de la derecha da igual, como si la hubiera, vamos a tener dos años más de foto de Colón en su segunda edición, corregida y aumentada, con la diferencia de que eso ya a mucho personal le resbala porque el gobierno de Sánchez ha traído lo que peor puede traer un gobierno a una comunidad de personas: inseguridad, baja autoestima, debilidad, desaliento. Le ha tocado la pandemia, es verdad, pero si los miembros de un ejecutivo están discutiendo públicamente todo el tiempo por casi todo desde que tomaron posesión de sus cargos y ofrecen signos de clara inmadurez política y hasta psicológica, el gentío empieza a sentirse inseguro y termina por caer en el hastío más absoluto.
La foto de Colón ya vale muy poco, el espantajo fascista vale menos aún, en un mundo como el actual es al mismo sistema dominante al que no le interesan fascismos, de manera que al fascismo actual o le cambian el nombre o pueden seguir con la cantinela que a lo peor le siguen sacando al gobierno de coalición rasgos del fascismo clásico como se le pueden extraer al llamado liberalismo.
Las encuestas dicen que el personal no está de acuerdo con Sánchez en lo de Cataluña y que una coalición PP-Vox tendría mayoría absoluta. Se están utilizando las encuestas como cartel electoral antigubernamental, queda mucho para las elecciones generales, Iván Redondo ya estará cavilando en profundidad sobre cómo persuadir a la gente para que vote de nuevo Sánchez cuando proceda y que pueda formar otro gobierno para una nueva legislatura. Entre otros cartuchos, le queda “comprar” los votos con el dinero de la UE bien politizado. Hay mucho paro y mucha necesidad, cuando la necesidad aprieta y llega el señorito con la limosna se le besa la mano al señorito. Si los fondos de la UE se reparten con criterios electorales ya puede bramar la oposición que eso así se queda, sólo podría evitarlo la misma UE, los hombres de negro y, en efecto, yo creo que, en esta ocasión, debemos recibir con los brazos abiertos a fiscalizadores que vigilen el dinero de los contribuyentes europeos. Es lamentable que así sea pero se ha llegado a una situación que aconseja la medida, no me parece suficiente una oposición quejándose, hacen falta mentes técnicas foráneas o no pero que vengan en nombre de la UE a vigilar cómo se emplea un dinero que es también de los españoles. Sánchez que se las avíe como pueda para ganar las elecciones pero que no lo haga al estilo Cánovas-Sagasta, en aquel contexto rural del siglo XIX en el que se compraban votos sólo con la mirada del señor correspondiente.