Santa Justa nació coja

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28 jun 2021 / 04:00 h - Actualizado: 27 jun 2021 / 17:56 h.
  • Estación de Santa Justa./ Europa press
    Estación de Santa Justa./ Europa press

Nació coja y manca. No la santa, que no se conoce que sufriera alguna minusvalía. El lugar a dónde llegan los viajeros con destino Sevilla y del que salen, iba a llevar un hotel, un centro comercial y estacionamientos en la parte delantera y al final se conformó con una pequeña hilera de pequeñas tiendas. Más o menos un centro comercial de consolación. No es que falten centros comerciales en la ciudad con más superficie comercial por habitante. Pero la estación no es lo que podría haber sido en cuanto a tamaño, empaque, comercio y todo eso que se valora hoy día por encima de otros valores. Pero la cojera no le viene sólo por la estrechez de sus accesos; ahora se quiere aprovechar sus laterales para construir viviendas para de esa forma impedir su futuro crecimiento. Porque a Sevilla le falta una línea directa al Aeropuerto, la otra puerta de entrada que no es más amplia ni tiene más líneas por la apatía-ineptitud industrial, comercial y turística de nuestros regidores, bastante menos “nuestros” que de sí mismos.

El asunto no es de imprevisión. No sólo es imprevisión: los laterales de Santa Justa todavía están a tiempo de ser aprovechados para acoger andenes de cercanías, esos cercanías que no llegan pero tanta falta hacen (entre otros Carmona-Aeropuerto-Sanlúcar, Osuna, Coria del Rio) y de larga distancia transversal (Huelva-Granada/Málaga-Almería) ó Cádiz, con trazado ya en marcha, aún sin espacio dónde colocar los raíles. Lo último y más negativo es dar la espalda a la evolución y al crecimiento, y el ferrocarril es el medio de transporte más rápido, cómodo y limpio. Colocar bloques en los laterales de Santa Justa sin antes dejar preparado el espacio para terminales y paso de vías, da pruebas de la aviesa intención con que las autoridades se desautorizan en su trato a Sevilla, más visible después de la condena a la infraestructura Sevilla-Santa Ana por diez dichosos kilómetros regalados por la Junta a ADIF para ahorrarle reposición de las vías en el tramo Osuna-Pedrera.

El abandono, que no vería quien no lo quiera ver, es cada vez más innegable. Ya no se unirán directamente Almería, Granada y Málaga con Sevilla, por AVE ó VA (es “peligroso” que los andaluces lleguemos a entendernos, así que mejor aislarnos y alejarnos). En cambio se multiplica la adoración a la especulación. Todavía no saben qué hacer con las más de cien mil viviendas vacías en el Área de Sevilla y se empieza a fabricar una nueva burbuja. Créditos a constructoras para nuevas ciudades fantasma, pero sobre todo para que multinacionales, bancos y usureros de toda raez jueguen con los precios a su antojo, sin que el gobierno se moleste ni en regular ni en construir viviendas para quienes no se pueden permitir el costo con que enriquecer a los especuladores. El negocio de ADIF, como empresa pública, es controlar y facilitar las comunicaciones ferroviarias, muy lejos está eso de la enajenación de solares para hacer caja. Salvo que a cada comprador de un piso (si los hay) le regalen un “Cinexin”, la relación queda nada clara. Tampoco es su negocio la instalación de centros comerciales, pero esos, hasta ahora, no se han hecho para sustituir las infraestructuras de comunicación, como sí ocurrirá en Santa Justa si se lleva adelante el disparatado proyecto de construir en sus márgenes, provocando, además, una super saturación automovilística y contaminante en la zona.

En urgente llamada a la cordura, debería tenerse en cuenta la coindidencia en dos hechos: Santa Justa necesita, debe crecer y Sevilla necesita ocupar los actuales pisos vacíos, antes de continuar llenando espacios, útiles para otros menesteres, como el transporte público de viajeros. Sevilla no se merece que se le niegue el crecimiento de líneas de transporte y asfixien zonas ya saturadas. O que dentro de unos años se vea la necesidad de trasladar de nuevo la estación y empezar una espera de cincuenta de proyectos y desganas.