La Tostá

¿Se puede equivocar un maestro?

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Manuel Bohórquez @BohorquezCas
02 ago 2021 / 07:26 h - Actualizado: 02 ago 2021 / 07:29 h.
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  • ¿Se puede equivocar un maestro?

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Hace unos días entrevisté a Paco Cepero para ExpoFlamenco, el portal canadiense, y el genial guitarrista y compositor jerezano dijo que Paco de Lucía había descubierto el “soniquetillo” en él, cuando le tocaba en los tablaos madrileños a un jovencísimo Camarón. Parece que es verdad, que el genio de Algeciras elogió más de una vez el soniquete de Cepero, pero no le perdonan que lo diga él mismo y le han dado para el pelo en las redes sociales, guitarristas incluidos, algunos muy jóvenes. Paco Cepero es tan grande que hasta se puede permitir el lujo de ser vanidoso. Pero no, se lo han afeado y faltado el respeto de una manera increíble. A un hombre que aún habla con devoción de quienes fueron sus principales referencias, Javier Molina, Rafael el Águila, Diego del Gastor y Melchor de Marchena, entre otros guitarristas de los llamados históricos. No es justo generalizar, pero los jóvenes de hoy, y que se salve el que pueda, van a por sus maestros, a tumbarlos. Salvo por Paco de Lucía, al que consideran un muro insalvable, y así está la guitarra flamenca actual. Es verdad que se toca en general muy bien y que hay verdaderos fenómenos, pero también lo es que no abundan los jóvenes con personalidad y creatividad. Y si encima algunos tratan al maestro Cepero con tan poco respeto, el panorama es preocupante. Un maestro también se puede equivocar en una entrevista y no debería de pasar nada. Mucho menos si ese maestro tiene ya 80 años, como es el caso de Paco Cepero. Lo normal es que Paco de Lucía, que era mucho más joven que Cepero, cinco años menos, se sintiera atraído por el soniquete y el rajeo del jerezano. Lo ha reconocido hasta Casilda Varela, la que fuera esposa del guitarrista de Algeciras. “Paco me habló varias veces del soniquete de Cepero”, dijo Casilda hace unos días. Así y todo le han dado la del pulpo a Paco, un guitarrista y compositor tan grande como la copa de un pino. Sin razón alguna, porque, para empezar, el maestro es libre de decir lo que le venga en gana. Y si encima no miente, como en este caso, ya me dirán esos que lo han tratado con la punta del pie, si hay derecho a la que se ha liado. Menos mal que el maestro Cepero tiene carrete y supongo que le importará un pimiento el revuelo.