«Secret Story: La casa de los secretos»: María Jesús y los gritos de oro

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27 dic 2021 / 13:11 h - Actualizado: 27 dic 2021 / 13:30 h.
"Opinión","Televisión"
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María Jesús Ruiz Garzón fue modelo y ganó del título de Miss España en el año 2004. Ha participado en algunos realities y ganó uno de ellos. Siempre ha destacado por su falta de prudencia, por su incontinencia verbal y por dar voces. Ahora se dedica a comentar realities sentando cátedra. Parece que, en cada una de sus intervenciones, invente la teoría de la relatividad o algo parecido. Sin embargo, el discurso de la señora Ruiz resulta patético y no creo que sea capaz de utilizar más de 100 palabras distintas para organizarlo.

Gritar y hacer aspavientos parece ser lo más importante para debatir. Al menos, eso parece en algunos programas de televisión. María Jesús Ruiz es el paradigma de incultura, malas formas e indigencia cultural y, por ello, siempre tendrá un hueco en debates en los que se discute si fulanito en un vago o fulanita una aprovechada o zutanito un guarro que deja el baño hecho unos zorros. María Jesús Ruiz es la reina de la estupidez y de la falta de educación.

Comentar un programa de televisión basura te arrastra al estercolero de la palabra porque, en esos casos, el lenguaje se utiliza mal y para herir al primero que pasa por delante. Por eso, este grupo de gandules que no dan un palo al agua y viven como marqueses, se encuentran tan bien participando en debates en los que se trata de atacar sin piedad a otros diciendo barbaridades.

El debate que sufrimos ayer sobre la primera edición de «Secret Story: La casa de los secretos» resultó lamentable. Tonos excesivos, gritos, acusaciones, mofas, frases dolorosas... Todo lo que no debe producirse en un debate. Y el problema es que algunos comienzan a confundir un verdadero debate con ese circo que nos acerca tanto a las cloacas del ser humano.

María Jesús Ruiz es a la televisión lo que Yurena es a la música. De inteligencia no debe ir muy sobrada aunque lo compensa con una mala leche brutal al referirse a los otros. Y lo peor es que comienza a pensar que es alguien importante y que lo que dice llega a lo más profundo del ser humano. Este es el ejemplo de monstruos que estamos construyendo entre todos: más tontos y nacen botijo, pero ganando pasta a base de decir idioteces sin parar. Tal vez deberíamos pensar sobre ello. Solo un poquito.