Semana oscura

Image
12 feb 2016 / 20:04 h - Actualizado: 12 feb 2016 / 20:11 h.

Mientras nuestros políticos continúan deshojando la margarita de la Moncloa, la economía sigue su curso, y como ya se venía alertando desde muchos foros y medios autorizados, este curso venía alborotado y esta semana especialmente se ha hecho notar. Las caídas bursátiles que se están produciendo en todo el mundo están profundizando el sentimiento de inquietud que hace poco eclosionaba desde el gigante asiático y se ha propagado como reguero de pólvora prendido por todo el mundo.

En realidad, lo que se propaga es la incertidumbre y la desconfianza que hace que el inversor se aleje de los escenarios de riesgo a la búsqueda de territorios de estabilidad a la espera de que amaine el temporal financiero. Realmente no está muy claro aún si el fenómeno es puramente financiero o si tras él se esconde agazapado un nuevo contexto recesivo, que en mal momento aparece (bueno, normalmente es así), y con el que me temo nos tocará bregar.

Lo que sí veo claro es el efecto contagio que cada vez se hace más evidente en estos sucesos financieros globales, y cómo sirven de amplificador del pánico, los sucesivos avisos y premoniciones (cómo no, agoreros a no poder más), que se tienden a suceder en cuanto se vislumbran bastos en los mercados y que no hacen sino profundizar en las heridas. Es como si el recuerdo de la anterior crisis financiera, que nadie acertó a anticipar, hace ahora que a la menor turbulencia todos corran a posicionarse del lado de la catástrofe para poder salvar el prestigio profesional y evitar luego sospechas de candidez o ingenuidad, que en este mundo de hoy es la peor de las famas que se pueden criar. Y así se van sucediendo los que vaticinan tiempos oscuros para los mercados, desde George Soros a Luis de Guindos, que ha sido el último en echar sal a la herida anunciando desaceleración, entre otras penalidades diversas que nos esperan, para de esa forma contribuir a su forma al crecimiento del pánico en las bolsas, y a espantar a cualquier inversor en su sano juicio.

Solo queda pues esperar acontecimientos y ver su desarrollo. Entiendo que los problemas están y son importantes, pero también existen fortalezas y oportunidades en la economía global que pueden marcar el nuevo rumbo a seguir, para de esa forma superar oscuras semanas como esta y poder encontrar el camino de la luz en las finanzas. Que también existe, aunque pocos se atreven a pronosticarlo.