Viéndolas venir

Sequía

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Álvaro Romero @aromerobernal1
23 ago 2022 / 10:21 h - Actualizado: 23 ago 2022 / 10:21 h.
"Viéndolas venir"
  • E.P
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La actual sequía se erige en metáfora expansiva: porque no solo vivimos de agua y la sequía afecta también a la economía, por supuesto, pero igualmente a la educación, a la búsqueda rigurosa del conocimiento, a los buenos modales, a la empatía, a la esperanza en un mundo mejor que el que nos dejaron nuestros padres.

Los pantanos resecos, las lagunas sin agua, los humedales como fueron antes de existir pintan el cuadro expresionista de una sociedad en sequía que solo se da cuenta de la situación cuando falta literalmente el agua, o cuando está sujeta a restricciones porque las autoridades de su mundo occidental y desarrollado deciden ser precavidas en el último instante antes del colapso total. Pero también representan, tal vez sin pretenderlo, una sequía cultural contra la que debíamos haber luchado antes de que fuera tan tarde: la mistificación de lo banal, la intersubjetividad de que vale algo lo que no vale un duro, la pereza mental para el juicio crítico, la falta de voluntad innovadora, el disfraz del aprendizaje construido de saturación informativa, reinterpretaciones salvíficas y lúdicos planteamientos en busca de la infantilización definitiva de quienes van a construir el futuro de todos.

El problema de fondo de la sequía es que en el fondo de su lodazal no quede ni memoria del agua. Y más aún: que no quede ni metáfora de la sed que podría servir de acicate para terminar con lo que, de tanto desierto, se convierte en costumbre.