Le tomo prestado el título de su libro a Eleuterio Sánchez, “El Lute”, que aprovechó su estancia en la cárcel por delitos de pitiminí -en comparación con otros posteriores cometidos por padres de la patria- para estudiar derecho. Yo he caminado por Sevilla y me ha reventado de tristeza la soledad de sus calles, ya lo he dicho desde aquí. Pero eso no significa que para mí Sevilla sea solamente la de los bares y pequeños comercios, ni siquiera la de la Semana Santa y la Feria, eso es similar a un pueblo que espera las fiestas de verano para hacer dinero o es como si en Madrid aguardaran a las fiestas de San Isidro para que llegara el maná o si en París dependieran del día de Santa Genoveva, patrona de París, para ingresar money o si Nueva York pusiera casi todo el peso de su economía en la celebración del día en que los holandeses fundaron Manhattan.
Me ha llegado una buena noticia: Espadas ha dejado a los ingenuos de Podemos y se ha aliado con Ciudadanos. Es un descanso y mira que yo procedo de la izquierda, pero como la izquierda -con sus anacronismos y posmodernismos- me obligó intelectual y éticamente a abandonarla, me ha hecho cierta ilusión ver que la derecha sonriente de Espadas se ha unido con la derecha vacilante de Ciudadanos a ver si así Proyectópolis avanza algo y se deja de tantos proyectos sempiternos.
Pero a la ciudad le queda mucho para ser una gran ciudad, yo me fijo en las grandes ciudades y deseo que mi Sevilla camine en esa dirección antes que se quede estancada contemplando su ombligo. Esta ciudad precisa una clase hegemónica competente y amiga del progreso, muy enterada de los desafíos del siglo XXI, que se coordine con un segmento político donde, si tenemos que seguir sufriendo con mediocridades, al menos que este tipo de personas tengan el detalle de rodearse de equipos competentes, algo muy complicado de lograr en un mediocre pero, a ver si se enteran, no les van a quitar sus poltronitas, sino que, si son listos, lo que les aconseje un equipo solvente, enterado, especialista y crítico, que no le deba su papa al clientelismo, son tantos que se los pueden apuntar ellos. Para eso basta con contratar además a un buen director de comunicación.
Al centro de Sevilla y a Sevilla toda se puede ir a tomar copitas y a comprar mientras se pasea, pero el futuro no va por ahí solamente sino que está en la nanotecnología, por ejemplo, en los I+D en general, en la Inteligencia Artificial, en una ciudad del audiovisual como la que se planeaba. Lo siento, pero lo que pide el siglo XXI no son tantos camareros y personal sin cualificación sino mucha especialización en tecnología, parques investigadores, fabricación de armamento en general, aeronáutica y misiones espaciales. Esto es el mundo, señoras y señores, la Semana Santa, la Feria y El Rocío son para descansar y para disfrutar, pero no son fines en sí mismos para sacar dinero, eso para otras épocas, la apuesta está en el turismo de altura y no sólo en los grandes y típicos eventos de primavera sino de todo el año, Sevilla puede hacer eso y mucho más pero debe contar con los talentos necesarios que los hay y además jóvenes. El mundo ha penetrado en una nueva era nos guste o no, esperemos que los sevillanos entren también en ella y, si no lo desean, que dejen el camino despejado a los miles de paisanos que están preparados y mentalizados para afrontar ese cambio. Los demás pueden seguir con sus peinetas y tambores que todo es útil porque la “industria de la nostalgia” es sumamente relevante también en un mundo en profunda mutación que origina miedo a una transformación de profundo calibre y, por tanto, la consiguiente búsqueda de las raíces.