Sevilla Consciente es el nombre de una asociación que acaba de comenzar su andadura pública. Vale la pena hacerle caso a lo que diga porque es una asociación diferente a las demás. ¿Por qué? Porque parte de la máxima humanista y filosófica del “Conócete a ti mismo” de la Grecia clásica cuyo significado es claro: antes de salir a la calle a arreglar el mundo tiene uno que barrer su casa en la medida de lo posible, esto es, debe uno conocerse a sí mismo, algo que se completa con otra idea: si quieres la paz en el mundo tú mismo debes ser paz, un requisito imprescindible que nos conduce de nuevo al “Conócete a ti mismo” del Templo de Delfos.
Esa autoconsciencia es necesaria para, luego o al mismo tiempo, poseer consciencia de lo que te rodea, para actuar localmente -desde Sevilla- pero pensar globalmente, tal y como aconsejaban las Naciones Unidas hace ya bastantes años, un requisito que parece que se nos ha olvidado con las dos crisis que se nos han venido encima: la de 2008 y la de 2020.
Conciencia y consciencia son dos conceptos muy propios de la lengua castellana que no existen por ejemplo en el idioma inglés donde sólo hallamos la palabra consciencia. Conciencia es algo que tiene que ver con la moral, experimentamos buena o mala conciencia en virtud de nuestros actos. Consciencia es algo íntimamente relacionado con la cognición, con el conocimiento y, como intenté demostrar en 1994 en mi tesis doctoral, hay que distinguir entre información y conocimiento. Para abreviar, información son las piezas de un enorme puzle y conocimiento cuando con esas piezas le damos forma a ese gran puzle que es el mundo, en este caso, en cuyo seno está Sevilla. Cuando aparece el conocimiento de algo, podemos seguir avanzando en ese conocimiento, luego deducir un diagnóstico y finalmente trazar un tratamiento o alternativa a la enfermedad.
Porque no cabe duda de que estamos ante una Humanidad enferma, se puede tener enfrente un panorama de ricos y pobres, como siempre, o un paisaje de ricos, clase media-alta, media y pobre, pero es que el problema hoy consiste en que unas diez grandes corporaciones poseen el poder de producción de 180 países de los 192 aproximadamente que hay en el mundo (en la ONU) y que el uno por ciento de la población atesora una riqueza equivalente a la del 99 por ciento restante e incluso que dentro de ese uno por ciento se encuentra otro uno por ciento hiper-rico. Con tal panorama o nos hacen a todos una lobotomía o el conflicto está servido por más que nos digan que la Inteligencia Artificial va a crear más empleo del que va a destruir que eso no es fácil de asimilar.
El mundo, además, se empieza a retrotraer sobre las grandes ciudades, ¿qué pinta Sevilla ahí?, ¿cuál puede ser el futuro de la ciudad más importante del sur de Europa? Deberíamos volver a ser el puente y la puerta con América, deberíamos encabezar a las ciudades con energías renovables, deberíamos enlazar con el puerto de Algeciras desde el nuestro que para eso el puerto algecireño es el más relevante del Mediterráneo.
Todo lo anterior son ideas que me surgen a partir de Sevilla Consciente. Hay relevantes cerebros ahí, cuando alguien los repase puede pensar: “Otra vez la izquierda marxista que nos quiere robar las tradiciones”. Estará muy equivocado, es al revés: seres humanos que llaman a la cooperación con otros seres humanos porque la especie humana avanzará cuando coopere al margen de dogmatismos, cuando lo haga sobre hechos palpables. La derecha y el mundo financiero y empresarial deberían escuchar a estas personas de Sevilla Consciente que buscan la síntesis entre espiritualidad y materialismo, por decirlo con palabras que todos entendemos. Es decir, que sea la consciencia la que domine y controle lo que vamos creando los humanos y no al revés.