Sevilla de Inmaculada

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05 dic 2015 / 22:18 h - Actualizado: 05 dic 2015 / 22:17 h.
"Día de la Inmaculada"

La devoción a la Inmaculada en Sevilla se remonta a la Reconquista. Hay documentos escritos, como el acta de capitulares de la Catedral del 13 de diciembre de 1504, donde podemos ver que la Inmaculada tenía su fiesta pero también tenía octavario. El canónigo Bernardo del Toro nos relata las disputas que, en Sevilla, existían entre las órdenes religiosas, principalmente entre los frailes dominicos en un bando y los frailes de San Diego, jesuitas y otras órdenes en el otro bando, cada cual apoyado por sus devotos y las hermandades de sus respectivos conventos.

Las predicaciones del dominico Fray Diego de Molina, diciendo en sus sermones: «Fue concebida la Virgen como vos, como yo y como Martín Lutero», producían gran malestar entre los fieles, y por otro lado, la defensa del misterio por los franciscanos de San Diego hicieron patente una continua lucha entre el «con» y el «sin» que dio lugar a que se popularizaran versos y cantares como éste: «Con pecado y sin pecado uno afirma y otro niega. Yo pongo el sin a mi lado y ponga la gente ciega aquel con desatinado. Que aunque más ladre el mastín a la Pura Concepción diciendo con, con sin fin ¿Qué importa que diga con si fue concebida sin?».

El pueblo hizo que las instituciones se sumaran al bando concepcionista, así la primera hermandad que hizo y juramentó el voto de «defender hasta morir» el Misterio de la Inmaculada fue la de los Nazarenos del Silencio que, junto a otras corporaciones, solo conseguían negativas del Vaticano que no quería enfrentarse a los dominicos, hasta que por fin, el 8 de diciembre de 1616, Paulo V emitió un breve pontificio autorizando la devoción a la Inmaculada, aunque los dominicos seguían oponiéndose a las peticiones clamorosas de Sevilla, hasta que, en 1622, el papa Gregorio XV decretó silencio para ellos prohibiéndoles escribir o hablar contra la devoción a la Inmaculada. El papa Urbano VII admitió el dogma pero no lo hizo oficial. Posteriormente, el papa Clemente XIII accedió a la petición del monarca Carlos III declarando «Principal y Universal Patrona de los Reynos de España y de las Yndias a la Stma. Virgen María Nuestra Señora, en el Mysterio de su Purísima Concepción». Por fin, en 1854, el papa Pío IX emitió la bula con la que Sevilla consiguió universalizar para la historia del mundo católico los bellos versos de Miguel del Cid, recogidos en un minúsculo libro, impreso en 1615, en honor a la Virgen y representados por esta redondilla: «Todo el mundo en general, a voces Reina escogida, diga que sois concebida, sin pecado original».