La casa que está al lado del Cine Alameda, que será derribado para construir un hotel, era de Silverio Franconetti a mediados de los setenta del siglo XIX. Ahí, en el número 7 de la calle Potro, vivía con su mujer, la linarense Ana Torrecilla Sánchez, una criada de Algeciras y una modista de Córdoba. El gran cantaor de la Alfalfa vivió siempre cerca de donde estaban los cafés que regentó, en calles como Alameda de Hércules, Amor de Dios, Tarifa, Rosario, Albareda o Plaza de San Francisco. Cada vez que iba al Cine Alameda me sentaba un ratito en esa casa para imaginar en el sitio cómo sería la vida allí del genio sevillano, del padre del flamenco. Cómo saldría a la caída de la tarde para pasar la noche en el antiguo Café Silverio, que estuvo en Amor de Dios, para luego, en 1881, trasladarse a la calle Rosario, 4, donde luego estuvo la célebre Farmacia El Globo. Algunas tardes tomaría café con Demófilo, el padre de los Machado, que vivía cerca, en la calle Palmas –hoy Jesús del Gran Poder–, antes de irse a vivir al Palacio de las Dueñas. Y con el cantaor y bolero de San Fernando Ramón Sartorio, que también vivió en esta popular calle. Era por donde se movía cada día Silverio. Como aún existe la casa donde vivió unos años, en Potro, estaría bien que intentaran salvarla por si acaso la construcción de este nuevo hotel –Sevilla, toda, es ya un gran hotel–, acabara con ella. Sería bonito que el Ayuntamiento la rehabilitara y convirtiera en un centro de documentación del artista. No creo que lo vayan a hacer porque llevamos años pidiéndolo, y ni caso. Pero seguimos dándole palitos a la burra.