Angostillo

Símbolos y significado

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Isidro González IsidroGonzez
07 mar 2023 / 04:00 h - Actualizado: 07 mar 2023 / 04:00 h.
"Cofradías","Angostillo","Cuaresma 2023"
  • Símbolos y significado

En la cuaresma de 1991 el profesor José González Isidoro, prematuramente fallecido en 2018, escribió largo y tendido en la desaparecida revista Tabor y Calvario sobre iconología -que según la Real Academia es el “estudio de las imágenes y de su valor simbólico”- de nuestros misterios procesionales, lo que fue completado dos años más tarde sobre las imágenes de Jesús y en 1994 sobre las de la Virgen Dolorosa. Aunque algo ha llovido desde entonces y se trate en gran parte de análisis de arqueología cofradiera, bien puede el cofrade actual espigar en aquellos textos atinadas reflexiones sobre el significado primordial que expresan nuestras imágenes sagradas y el universo simbólico desplegado a su alrededor al servicio de esa representación fundamental en nuestras hermandades y cofradías.

Escribo lo anterior por cuanto parece que estos grandes símbolos por excelencia que son las imágenes que presiden nuestras hermandades y se alojan en nuestro corazón, en vez de potenciarse como cimas elevadas y absolutas de todo el actual conglomerado semanasantero, a las que se les rinde culto solemne externo e interno y respetuosa veneración filial, se les están, en demasiadas ocasiones, adornando o acompañando con un exceso de simbología menor que más que reforzar su mensaje primigenio lo atenúa o desvirtúa.

De manera bienintencionada, no cabe ninguna duda, pero una gran cantidad de ofrendas, intenciones, premios y galardones -en ocasiones más civiles que religiosos-, pormenores y significaciones se le adhieren a nuestros iconos sagrados y a sus andas con un afán de “enriquecerlos” de motivos y explicaciones, cuando deberían resplandecer simplemente en lo más sublime de su excelencia artística y en la depurada estética en la forma de revestirlos y presentarlos a los fieles, con una elegante y contenida riqueza ordenada a trasparentar los misterios divinos que representan, y no a los criterios a veces excesivamente mundanos con que los rodeamos los cofrades de hoy, en una espiral sin fin que no sabemos adonde nos llevará.

Todas las imágenes sagradas que en estas fechas veneramos en los templos y acompañaremos en nuestras calles representan, esencialmente, los misterios de la pasión de Cristo y el acompañamiento de su Madre dolorosa. Y esto no debe ser olvidado ni ahogado fácilmente por excesos o sobreactuación en su exorno o por un inapropiado acompañamiento musical. Mucho hay en este terreno y gran parte de ello debería hacernos discernir sobre si es lo más conveniente o adecuado para contextualizarlas en este marco pasionista, aunando el carácter culto y el ingrediente bellamente popular que nuestra mejor tradición ha creado y entremezclado con sabiduría. Y lo mismo podemos decir de la forma de conducirlas en los pasos procesionales. No estaría de más pararse en algunas ocasiones, arriar los pasos y analizar cómo transcurre el recorrido de la cofradía, si más cerca de la elegancia sevillana intemporal o de un vulgar populismo contemporáneo.

La Semana Santa de Sevilla contiene un riqueza de tal magnitud en todos los órdenes: religioso, artístico, social..., asentada en una historia continuada que se dilata desde la lejana baja edad media, el periodo barroco, la refundación burguesa del siglo XIX y el costumbrismo de principios del XX, pero, sobre todo, posee una profundidad religiosa de tal calibre que no puede quedarse desdibujada por una hipersimbolización en detalles menores y una megavalorización de lo accesorio que sepulte el mensaje principal. La forma -los símbolos- debe estar al servicio del fondo -el significado- y toda prudencia y mesura en adornos y complementos debe ser bienvenida y bien dirigida. Contribuiremos así a que resplandezca, sobre todo lo demás, el mensaje de eternidad que destilan nuestras imágenes, sus pasos y cortejos penitenciales como reflejo de la nueva Jerusalén que recrearemos en unas semanas.