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La vida del revés

Sin James Bond o Matilda estamos condenados a desaparecer como civilización

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02 mar 2023 / 16:21 h - Actualizado: 02 mar 2023 / 16:32 h.
"Opinión","Literatura","La vida del revés"
  • Sin James Bond o Matilda estamos condenados a desaparecer como civilización

Todas las civilizaciones han desaparecido por la misma razón: si la sensatez se ve desbordada por la idiotez nada puede seguir en pie. Eso es todo. Tampoco es necesario buscar asuntos de especial relevancia en una fecha concreta; el final de las civilizaciones siempre fue un proceso lento y desesperante que tuvo que ver con la vulgaridad y la mediocridad.

La nuestra está inmersa en ese proceso. Y es que la estupidez ya es una inmensa manta que envuelve todo lo que representa un tipo de vida, una cultura o lo que queda de ella. Son muchas las cosas en las que nos podemos fijar para ir indagando sobre ese declive tan acusado que se nos viene encima, pero me voy a centrar en algo que está ocurriendo y a lo que nadie o muy pocos parecen dar importancia. Eso que llaman cultura de la cancelación, eso que llaman cambios para adaptar la letra o la imagen a lo políticamente correcto, eso que se llama, desde el principio, censura en la literatura. Censura que se acepta sin rechistar o que no importa a nadie. Si el ser humano deja que su libertad se rebaje sin piedad y no es capaz de reaccionar es que todo está perdido, es que su estupidez ya no tiene remedio.

Según The Telegraph ha llegado el turno de revisar (¿revisar o destrozar a base de idiotez?) la obra de Ian Fleming. Ya saben las novelas que protagoniza un tipo misógino, violento, irrespetuoso, maleducado y criminal, un tipo que terminó siendo el agente secreto más famoso de la Historia, James Bond. Por lo que parece, la editorial cree que debe rebajarse el tono en algunos aspectos y que es necesario eliminar lo que podría ser ofensivo para un grupo de personas determinado o para un país.

Señalo un ejemplo. En un momento de una de las novelas de Fleming, el narrador dice que el protagonista charla con un grupo de personas y dice de ellos que son «bastante respetuosos de la ley, excepto cuando han bebido demasiado». Ahora, alguien que cree que no se puede trabajar en la ficción, salvo con lo que no molesta a nadie, ha decidido que hay que eliminar esa frase... porque se refiere a un grupo de personas negras. ¡Pero si 007 es xenófobo a más no poder; y clasista hasta el dolor; y un racista de cuidado por no hablar de un machista de manual! De hecho, las primeras películas de la saga nos muestran al personaje en su esencia que no es otra que la que estoy comentando y es eso, exactamente eso.

Leer con los ojos del siglo XXI la obra de Fleming no es buena idea. Se trata de leer una novela, pura ficción que, en su momento, sirvió para entender algunas cosas, para que el lector evolucionase y pudiera llegar al momento actual. La ficción es una mirada que explica la realidad; que intenta explicar el pasado; que busca la reflexión del lector, sea cuando sea que la novela sea leída. Y, mis queridos amigos, si alguien decide hurgar en la realidad para encontrar explicaciones y hacer diagnósticos útiles, no hay más remedio que herir la sensibilidad del lector.

Referirse a alguien al llamarle gordo o hacerlo llamándole enorme es la misma cosa. El que tenga complejo por tener un sobrepeso sentirá el mismo escozor al leer una palabra u otra. Además, el autor quiso decir gordo y no otra cosa. Más allá de esto no hay debate. Todo lo que no sea dejar las palabras en el mismo sitio que las dejó el escritor se llama censura. Y estupidez superlativa.

Aunque cambien las novelas de Roald Dahl o de Ian Fleming el problema de fondo seguirá intacto puesto que el problema no reside en la literatura. La moral, la educación o las ideologías están lejos de la literatura.

Estamos llegando a límites estúpidos. Cada día que pasa, nuestra estupidez va ganando terreno y nuestra cultura se va reduciendo penosamente. Y ni nos enteramos. En este caso, total son unas novelitas de espías y unos libritos de niños ¿verdad? Pues no, en este caso está en juego lo que somos, todo lo que somos.