Escucho hablar mucho estos días en determinados medios de comunicación sobre la preocupación de que en la nueva Ley de Bienestar Animal impulsada por Unidas Podemos se vaya a condenar de la misma forma al que maltrate a un animal, que al que maltrate a una persona. Algunos comentaristas se están llevando las manos a la cabeza, como si apalear a un perro no fuera lo mismo de grave que apalear a una persona. ¿Qué diferencia hay? España es un país de muchas mascotas, pero también maltratamos mucho a los animales. Solo en las fiestas populares, más de sesenta mil al año, que es para que se nos caiga la cara de vergüenza como país. Unos doscientos mil perros y gatos son abandonados cada año por sus dueños, situándonos a la cabeza de Europa, que es otro dato vergonzante. A pesar de estos terribles números, el problema ahora, con la nueva ley, es si es más grave maltratar a un animal que a una persona. Es que no hay por qué maltratar a nadie, para empezar. Pero darle una paliza a un perro, que no va a entender de ninguna de las maneras el duro castigo, es de las cosas más despreciables que podamos hacer los seres humanos. Por tanto, que caiga todo el peso de la ley sobre quien le dé una paliza a un perro o lo condene a vivir toda su vida amarrado a una cadena o una soga en una azotea o una parcela, algo que ocurre también con demasiada frecuencia. Ya era hora de que se legislara sobre este feo asunto, porque solo así empezaremos a respetar el derecho de los animales. Llevo toda mi vida sufriendo por esto, pasándolo mal viendo cómo somos capaces de ahorcar a un galgo porque ya no corre liebres o abandonar perros o gatos como si dejáramos un viejo mueble en el punto limpio. Tengo varias mascotas entre perros y gatos, quizá demasiadas, y alguna vez he optado porque coman ellas, en vez de yo mismo, porque nunca iban a entender que los matara de hambre. Los llevo al veterinario cuando se ponen enfermos y les doy abrigo cuando tienen frío, porque los amo más que a mí mismo. No duermo con ellos, ni me ducho con ellos o como en el mismo plato con ellos, pero a la hora del maltrato, sinceramente, no hago distingos entre animales y personas. Prohibido totalmente maltratar a ningún ser vivo haciéndole daño físico o sicológico. Y si solo entendemos las cosas con mano dura, leña al maltratador.