Solidaridad

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15 may 2016 / 20:11 h - Actualizado: 15 may 2016 / 20:16 h.
"Viento Sur","Refugiados","El Rocío 2016"

Vienen de lejos, buscando refugio y protección para sus corazones, un lugar donde la fiesta sea una costumbre y la religión una forma de vivir y no de morir o de matar. Sólo hay que fijarse unos segundos en sus rostros para advertir en ellos el cansancio por el largo camino, la decepción ante las largas adversidades de su ruta pero también la esperanza en un final feliz.

Para la Unión Europea, no existen. Tal vez los burócratas no entiendan su pasión, su energía, su resistencia. Sólo son un puñado de almas al sur de ninguna parte, guiadas eso sí por una fe que mueve mahomas y montañas. No importa que en su periplo hayan encontrado desiertos o inundaciones, enormes arenales donde la primavera es un rumor, lluvias torrenciales, aguas encrespadas o temibles solinas. Una simple hoguera puede servir para calentar sus huesos y entonar, en el anochecer de la incertidumbre, cánticos ancestrales que hablan de diosas y de pájaros.

Se les ve gastados, con las ropas mojadas, desaliñadas por los días desapacibles que les trajeron hasta aquí. Sin embargo, han ido recuperando la sonrisa a medida que fueron acampando a esa orilla del mundo en la que pueden gritar a los cuatro vientos, sin miedo y sin sonrojo, «para qué quiero llorar si no tengo quien me oiga» o «arrímate a la candela y contemplaremos juntos el fulgor de las estrellas». O «todo se va terminando como un sueño que se aleja».

Han superado todas las barreras posibles o imposibles, saltarán cualquier reja azul que se ponga a su paso porque sencillamente quieren rozar la magia de un lugar al que sueñan como si fuera el paraíso.

Ah, ¿cómo quieren que no sienta toda mi solidaridad fraterna con los rocieros, esos eternos refugiados de la gloria?