Tribuna

Sr. Alcalde, no me toque las palmas que me conozco

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11 abr 2021 / 04:00 h - Actualizado: 11 abr 2021 / 04:00 h.
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  • Sr. Alcalde, no me toque las palmas que me conozco

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Llevamos más de un año sufriendo la maldita pandemia que está afectando al mundo entero. En nuestro caso, en España, las consecuencias son devastadoras: más de cien mil muertos, familias desoladas, enfermos crónicos, miles de empresas y autónomos desaparecidos, parados, dramas familiares y actividades dependientes del sector servicios aguantando lo indecible por continuar subsistiendo. En Andalucía y en nuestra Sevilla asumimos nuestra cuota de desgracia estoicamente y vemos en la lejanía una luz de esperanza señalándonos que ya queda menos para acabar con este mal sueño.

Sabemos cómo enfrentarnos al virus y también como acabar con el. Casi milagrosamente en un tiempo récord se ha encontrado el antídoto contra ese Covid-19, las famosas vacunas. Por distintos motivos, supongo que una parte importante será económico, llegan con cuentagotas y el efecto rebaño que posibilita una mejora en la convivencia, está lejos de producirse. Mientras tanto, sabemos cómo enfrentarnos a este contagio, lavarnos las manos, distancia social y uso de la mascarilla. Parece que la más eficaz es la distancia social, es decir evitar el contagio grupal y su expansión. Las medidas son claras para no socializar ni permanecer juntos: cierres perimetrales, cierres de establecimientos, limitación de aforos, horarios restringidos, toque de queda y así una serie de medidas, que algunos cumplimos rigurosamente y otros irresponsables y egoístas se encargan de todo lo contrario, botellonas, reuniones masivas, no mascarillas, facilitando el contagio y que el virus siga entre nosotros haciendo de las suyas. Mientras tanto alguno de nuestros gobernantes dicen una cosa y hacen exactamente lo contrario. El mensaje global debe ser claro, evitar concentraciones, relaciones incontroladas y cumplir las recomendaciones dadas. Un año después del inicio de este grave problema, algunos no han asumido que nuestras vidas han cambiado, creo qué temporalmente, pero han cambiado, no podemos hacer lo mismo que hacíamos en el 2019. Creo que superamos con éxito y con nostalgia la Semana Santa del 20, la Feria de Abril, el Rocio y así hasta las Navidades, que también con dolor nos saltamos las Navidades, las celebraciones con la familia, la Cabalgata...y volvemos a empezar. No hemos superado el problema y entramos en la cuarta ola con sus dramáticas consecuencias y nosotros nos empeñamos en buscar alternativas a nuestra historia y costumbres. No hay procesiones, pero organizamos eventos donde es inevitable la concentración de personas, colas interminables a la entrada de los templos, cafeterías y restaurantes llenos, calles colapsadas, pero todo, precisamente por la esencia de la Semana Santa, con bastante orden y respeto. Pero ahora llegamos a la fecha de nuestra alegre, bulliciosa y socialmente reconocida Feria de Abril. Como es natural, no hay feria, ni recinto ferial, ni encuentro con los familiares y amigos, ni sevillanas ni más cosas, pero entonces alguno de nuestros dirigentes se empeña en buscar la alternativa, no en la Maestranza, sino en las calles de nuestra Sevilla. A nosotros que no nos hace falta que nos anime nadie a salir de casa y disfrutar de nuestras calles, su aroma ,su historia, su clima, en definitiva de nuestra Ciudad, el Ayuntamiento quiere instalar , sin quererlo, la feria en el Centro de Sevilla, " Sevilla en Abril". ¡¡Lo que nos faltaba!! Queremos evitar concentraciones, pues entonces lo que hace el Ayuntamiento de Sevilla, que imitaran posteriormente otros, es crear nuestra Feria particular. Creo que esta vez no acierta. Conseguirá que familias enteras, niños, padres y abuelos, primero vayan a la nueva " calle del infierno" y luego al nuevo recinto ferial, modelo Málaga. Tenemos todos muchas ganar de salir de casa, de llenar los restaurantes, las terrazas, de pasear por nuestras calles, no hace falta que nos anime nadie con ningún sucedáneo de Feria, aunque no lo pretenda, porque ya sabe aquello "que no me toquen las palmas que me conozco."