Viéndolas venir

Subvencionada eres tú

Image
Álvaro Romero @aromerobernal1
15 oct 2020 / 16:54 h - Actualizado: 15 oct 2020 / 18:09 h.
"Viéndolas venir"
  • Subvencionada eres tú

¿Cómo puede hablar una política profesional de la gente subvencionada, si la mayor subvención que nos lastra en este país es precisamente la que se tira por la cloaca para esos políticos que han aprendido infinitamente a vivir del cuento, es decir, exclusivamente de ser políticos sine die? Y dicho esto, ¿por qué se acuerda de presunta gente subvencionada en Andalucía, que es seguramente la tierra por donde más trabajo, sudor y dignidad ha emanado este gran país? No puede consentirse que estos inútiles nos pinten el mundo al revés.

Es algo recurrente en los últimos años en este país. Seguramente tiene sus razones históricas, aunque no sea este el sitio de analizarlas todas. Pero hasta la Historia es cansina cuando se manipula de un modo tan burdo. Andalucía no es una tierra ni más ni menos subvencionada que el resto de España, por mucho que les interese resaltarlo a determinados políticos para esconder sus vergüenzas. Mienten adrede, y lo saben. Pero aquí no suele haber nadie que les conteste con contundencia. Hace tres años, el jerezano Alfonso Dastis, ministro con Rajoy, destituyó a nuestro cónsul en Washington por parodiar el acento de Susana Díaz cuando era presidenta de la Junta. En rigor, también parodió que la expresidenta andaluza llevara un vestido parecido al de la reina en un determinado acto. Aquel episodio no pudo ser más vergonzante, porque derrochaba machismo, clasisimo y otros ismos por los cuatro costados. La lista de ejemplos sería muy larga, con las andaluzas Magdalena Álvarez, María Jesús Montero y un largo etcétera. Y el problema es siempre el mismo: que, al igual que la actual presidenta madrileña confunde Madrid con su partido (algo parecido le solía ocurrir a Susana Díaz con Andalucía, dicho sea de paso), quienes atacan a los políticos andaluces, o hacen una crítica pensando en politizarla, no quieren caer en la cuenta de que andaluces somos muchos, millones, y no tenemos por qué tolerar esa injusta generalización. Habrá andaluces que hablen mal, como gallegos, extremeños o catalanes, pero el acento andaluz no es un mal acento, como ninguno lo es. Habrá andaluces injustamente subvencionados, como manchegos, murcianos o vascos, pero la inmensa mayoría de los andaluces no está pensando en recibir una subvención o en vivir del cuento toda su vida, sino que luchan, dentro de las posibilidades de cada cual, por construirse una vida lo más digna posible para sí y los suyos.

Quienes así generalizan seguramente lo hacen porque creen, como el ladrón, que todo el mundo es de su condición, porque entienden que esa minoría injustamente subvencionada hacen como ellos, que tienen el premeditado plan de dedicarse a la política toda la vida, porque realmente no tienen muchas más alternativas ni piensan buscarlas estando, como están, tan a gusto cobrando del dinero público mareando la perdiz de los dimes y diretes, al frente de un gobierno o amalgamados en una oposición, total.

No todos los políticos son así, menos mal. Y lo digo porque a mí no me gusta generalizar. Pero es lamentabilísimo que los que sí lo son no tenga respuesta ni siquiera por parte de sus compañeros andaluces, solo porque prima más el interés político del momento que la leche que se mamó en el sur. Si pasa incluso con la salud, ¿de qué nos vamos a extrañar?