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Sufrimiento y solidaridad

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06 mar 2022 / 10:40 h - Actualizado: 06 mar 2022 / 10:41 h.
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  • Sufrimiento y solidaridad

De nuevo, otra vez los informativos y muchos formatos televisivos ocupan sus espacios en contarnos qué está pasando en Ucrania. Es, ni más ni menos, que una invasión ilógica y fuera de lo razonable y lo humano. Rusia, bueno, su presidente, ha decidido por las bravas anexar un territorio para hacer más grande su imperio.

Ataques, destrucción, muertos, angustia, dolor y sufrimiento; pero, al mismo tiempo, ha nacido un espíritu solidario que está uniendo a una gran parte del continente; al menos de los países con mayor capacidad económica. Éstos sienten y perciben que aceptar pasivamente lo que está ocurriendo en Ucrania puede dar pie a que en un futuro no muy lejano se produzca otra situación similar, intentando invadir algún país que forme parte de la estructura organizativa e institucional de Europa o simplemente, a qué sin estar en la misma, sí se halle en territorio europeo.

Estamos asistiendo a una destrucción de un territorio soberano y esto lógicamente no puede consentirse; pero también nos estamos percatando del orgullo que tienen los ucranianos por su país, y esto sí que es una auténtica lección para muchos países que forman parte de la Europa de los veintisiete. Ucranianos qué viviendo fuera de su nación, están dejando su zona de confort y vuelven a Ucrania para alistarse en el ejercito de su país. Es, se mire como se mire, un ejemplo de solidaridad.

Esta solidaridad está abriendo un camino de esperanza porque nace del compromiso sin límites de unas personas que, para ellos, supone creer en su país. Su solidaridad no tiene matices ni limites, es la expresión clara y nítida de que por encima de todo está la defensa de su tierra. Es una solidaridad que tiene un claro matiz épico y que ha cuestionado a muchos políticos de varios países del mundo. Además, se ha dado otro componente, se sienten ucranianos y también europeos, por esta razón pueden ser un hilo de esperanza para la Unión Europea en donde existe un movimiento radical de autodestrucción de Europa.

Lo que está ocurriendo en Ucrania ha traspasado sus fronteras y el sufrimiento de este país se ha trasladado a Europa. Todos los europeos estamos afectados por un dolor que está apareciendo en nuestras conciencias y que no nos está dejando vivir con tranquilidad porque la destrucción de Ucrania puede ser el inicio de la demolición de Europa, al menos, como la conocemos actualmente.

En la Europa de los veintisiete, durante muchos años hemos dejado crecer a un gigante sin importarnos las formas y maneras que éste apuntaba, hemos estado dirigiendo nuestras miradas hacia otros espacios y encerrados en nuestros problemas fraguados en el egoísmo particular; mientras otros hacían sus deberes para ir configurando una nación de naciones que poco a poco fuera conquistando, a la chita callando, los territorios que habían decidido avanzar en procesos democráticos.

Hoy tenemos lo que tenemos porque se ha consentido mucho, pensábamos que la existencia de una clase económica potente en Rusia doblegaría los intereses estrictamente políticos y militaristas de su presidente. Nos encontrábamos anonadados y sorprendidos por el resurgimiento de una economía que se estaba convirtiendo en una potencial fuente de negocios y oportunidades para el emprendimiento empresarial. Sin embargo, una vez más, nos estamos percatando que oportunidad de negocio y de desarrollo económico no tienen por qué significar mayor democracia.

De hecho, este fenómeno, no solamente, responde al conflicto actualmente existente entre Ucrania y Rusia y que nos está arrastrando por un camino de imprevisibles consecuencias. Lo que está ocurriendo en esta parte de Europa, está sucediendo en Iberoamérica y también en África. En muchos de los países de estos dos continentes existen pseudodemocracias y se han convertido en zonas influenciadas fundamentalmente por Rusia y por China, comenzando a aniquilarse todo camino de esperanza y de ilusión para los habitantes que en esos países moran.

¿Qué hacemos desde Europa? poco o nada; perdón, sí hacemos algo, simplemente dejamos hacer.

Hoy, estamos mirando a Ucrania porque, sin esperarlo, ha comenzado un conflicto bélico. Pero siendo realistas se trata de una guerra y ésta nos hemos encontrado a unos ciudadanos orgullosos de ser simplemente y sin complejos ucranianos y europeos, dispuestos a darlo todo. Con un presidente dispuesto a morir por la democracia de Ucrania y por sus nacionales.

Ha sido este espíritu solidario el que ha roto los esquemas de los pensadores existentes en la Unión Europea y de que algunos países de ésta formen parte de la OTAN, lo que ha hecho que nuestros políticos hayan salido del sueño en el que estaban inmersos y se hayan puesto, de nuevo, a trabajar conjuntamente para construir una respuesta conjunta. En cierta manera se ha vuelto a revivir el ya lejano embrión de la Unión cuando la República Federal Alemana, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos firmaron el acuerdo del carbón y del acero, sí, para recordar nuestra memoria, eso fue en 1951.

Llevamos setenta años esforzándonos por afianzar una Unión Europea que no se puede romper porque esto supondría la muerte de Europa. Hemos tenido nuestras crisis, la salida del Reino Unido ha supuesto dolor y sufrimiento y sobre todo debilitamiento de Europa, todavía no somos conscientes de las consecuencias de esta terrible decisión.

Hemos vivido sumidos en un conflicto interno y mientras tanto otros han aprovechado para ir diseñando su plan de expansión, y quiero señalar que no solamente su aplicación es en Europa, sino que también se está dando en África y en Iberoamérica. Su plan está basado en el populismo y en la ruptura con la democracia generando espejismos democráticos carentes de libertad que es la base de todo edificio democrático.

Ucrania toca muy de cerca a nuestra realidad europea y el asunto es muy delicado. Está habiendo muertos y no podemos intervenir porque hacerlo sería involucrarnos en un conflicto bélico de consecuencias imprevisibles; pero la realidad, tenemos que ser muy conscientes, es que Rusia está destruyendo un país libre y soberano, está matando a seres humanos civiles, entre ellos niños y mujeres, no tiene miedo a nada y por esta razón es capaz de organizar un caos nuclear atacando a centrales nucleares.

La solidaridad de los ucranianos ha tocado nuestra fibra. Hagamos que ésta no se rompa y seamos capaces de percatarnos que con lo que pase con Ucrania nos estamos jugando mucho porque más allá de Europa están continentes como Iberoamérica y África.

Los países que los conforman tienen una relación político y afectiva de siglos y de años y esto no puede romperse con relatos construidos desde el populismo en contra, como es el caso de España en el continente Iberoamericano, de quienes por tantos años ayudamos a construir unos encuentros sociales, culturales, económicos y políticos, con errores, sí; pero también con mucho amor, con mucha entrega ,con gran generosidad y con muchos aciertos, porque en Iberoamérica nos mezclamos y hoy existe una mestizaje que es muy difícil de ocultar.

Trabajemos por Europa y por ayudar a Ucrania en estos terribles momentos; pero no dejemos de mirar a Iberoamérica y a África, si estuviéramos más atentos a estas dos partes del mundo los movimientos migratorios que proceden del África Subsahariana no se producirían porque habría progreso y democracia, y lo que está pasando en algún país de Iberoamérica dejaría de ser un mal sueño para millones de personas que sufren las consecuencias del populismo.

Solidaridad es, ante todo, ayudar a que la libertad no muera porque matándola la democracia desaparece y esto es una realidad que se está dando, fomentando un sufrimiento sin límites.