Tamara Falcó e Íñigo Onieva se casan. Muy bien.
Importancia de esta boda para la economía familiar de todos aquellos que la van a seguir como si fuese lo más importante de sus vidas: cero patatero. Todo lo que rodea esta boda beneficia exclusivamente a la marquesa de Griñón y al señor Onieva. Pero es que en España gusta mucho un rico. Yo no sé qué pasa, pero un rico es lo más de lo más entre los más pobres, las clases medias y (no tanto) entre los propios ricos.
¿Tiene algo que ver con esta boda, con esa forma de vida, alguien que usted conozca? A mí me pasa lo mismo, nadie a la vista.
Los novios van a cobrar un millón de euros y el mensaje que se lanza a la juventud española es que el esfuerzo tiene una importancia relativa puesto que te puedes levantar una pasta sin dar un palo al agua; que lo importante es saber buscarse la vida y llenar el bolsillo con facilidad. Y, mientras, miles de profesionales jóvenes españoles (porque no todos se lo creen) subsisten con sueldos precarios. Dos carreras, dos idiomas y una clara tendencia a trabajar duro para sacar adelante las cosas se paga infinitamente peor que una boda (a los ricos, claro).
Las marquesas ya no lloran (ni siquiera si les ponen los leños), las marquesas facturan. Todo por la pasta.
La boda del año reportará un enorme beneficio económico a la pareja. Exclusiva en alguna revista del corazón, todo lo que tenga que ver con la boda patrocinado y gratis para los novios. Todo es dinero alrededor de esta boda. Y cuernos, y bobadas, y una forma de entender la realidad que causa rechazo a mansalva.