Creo yo que el que se esté encargando en el Reino de los Cielos de las cosas de Tamara Falcó tiene que estar a punto de implosionar. No va a ganar suficiente para pagar psiquiatras celestiales.
Tamara Falcó quiso tener señales para tomar la decisión de casarse con Iñigo Onieva (cosa que ha hecho con gran despliegue de todo tipo de lujos) o no hacerlo. Iñigo Onieva colaboró para que la primera gran señal llegase a la vida de la marquesa. Pero ella, temiendo perder el último tren hincó la rodilla en tierra para claudicar y perdonar la infidelidad de su novio. Pero es que le han robado las joyas a las personas que iban a dotar la boda de brillos millonarios; pero es que el vestido se ha tenido que hacer en tiempo récord porque las diseñadoras anteriores dijeron que lo de copiar modelitos no iba mucho con su forma de trabajar; y es que hasta el cura casi sale en llamas en plena ceremonia al quemarse una casulla por culpa de una vela. Por el camino hubo algún esguince que otro. Es para volverse loco, eso es verdad.
Tamara Falcó pidió una señal y ninguna de todas estas le ha parecido suficiente. Tal vez esta mujer cree que la señal verdadera se la darán en persona, manifestándose algún cuerpo celestial para la ocasión. Igual cree que el arcángel San Gabriel está en el cielo esperando alguna anunciación de importancia y espera que sea él quien haga el trabajito. No sé, no sé, pero vaya presión están recibiendo a los que pide y no hace caso.
Sólo una cosa sobre la boda: soy de los que pienso que el traje de novia de Tamara Falcó es bastante sencillo y nada que merezca la atención que se le ha prestado. Para esto no hacía falta tanto misterio ni tanto bombo. Cualquier sari indio es más vistoso y más cómodo. Se lo digo yo que sé de eso un rato.