Lo podrán leer el próximo domingo en el número correspondiente al mes septiembre de la veterana revista Más Pasión. Se cumple un siglo del nacimiento de Luis Ortega Bru, un creador atormentado que estableció una relación apasionada con la ciudad que le descubrió para el gran público. El escultor de San Roque puso de largo su obra a la sombra de la Giralda pero quiso más... la Sevilla oficialista no le perdonó que una obra iniciática –el misterio de Santa Marta– le hiciera merecedor de la Cruz de Alfonso X el Sabio. Ortega Bru seguía siendo un represaliado para algunos sectores de una sociedad cerrada que tampoco comprendió que su lenguaje artístico y estético quería escaparse de los estrechos límites que le imponían las cofradías.
En esa tesitura y después de ver cercenado el proyecto global que había ideado para la hermandad de San Andrés decidió escapar de estos muros. A partir de ahí, para entender la definitiva dimensión de su obra hay que ir a buscarla a otros lugares. En la localidad manchega de Manzanares se encuentra el conjunto de la Flagelación que nunca habría aceptado Sevilla. Pero Ortega Bru –que fue mucho más que un imaginero al uso– volvió a estas orillas para dictar su testamento artístico. El apostolado de la Cena pero, sobre todo, el impresionante diálogo entre el Señor del Soberano Poder y Caifás en la delantera del barco de San Gonzalo nos dan la pista de lo que nos pudimos perder. Si le interesa el hilo de esta historia continúa este domingo. En Más Pasión.