Pasa la vida

Te lo dije

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Juan Luis Pavón juanluispavon1
27 mar 2021 / 12:22 h - Actualizado: 27 mar 2021 / 12:23 h.
"Pasa la vida"
  • Te lo dije

Te lo dije. Y me hubiera gustado no tener que decírtelo. Te lo dije. Porque había motivos para ocuparnos y preocuparnos. Te lo dije hace un año. Cuando se pospone continuamente afrontar los grandes problemas estructurales y acometer las grandes transformaciones que son consustanciales a nuestra época, llegan los imprevistos y se evidencia que la capacidad de solucionar el envite solo permite tapar algunos agujeros. Acaba marzo, comienza una semana de ritos y vacaciones, y toda la población que ha sobrevivido hasta ahora al covid hace memoria de esta experiencia circular de primavera, verano, otoño, invierno y de nuevo marzo primaveral en situación de pandemia. Mortal amenaza que, además, ha obturado la fuente de ingresos de tantas personas y ha impedido tantos momentos de convivencia. Te lo dije, y ahora te lo vuelvo a decir. Porque las precariedades que padecemos en España no tienen su origen en el coronavirus. Y seguirán siendo el mal nuestro de cada día cuando concluya la primera vacunación de todo el vecindario.

Te lo dije el 14 de marzo de 2020: España, por haber perdido el tiempo en los últimos seis años, enredándose en trasnochados enconos identitarios o ideológicos, cometiendo una vez más en nuestra Historia durante los periodos de bonanza el error de jugar a ser cigarra y no hormiga, puede sufrir mucho más que otras naciones el impacto de este cortocircuito global.

Te lo dije el 21 de marzo de 2020: Con el mantra de afirmar continuamente que tenemos el mejor sistema sanitario público del mundo se ha ocultado el recorte que poco a poco se le ha ido causando desde comienzos de siglo a nuestro sistema de salud. Desde hace lustros se está alertando, con informes muy fiables, sobre la falta de médicos y enfermeros para atender las necesidades presentes y futuras. Más aún por el elevado porcentaje de ancianos en la pirámide demográfica española, y por el éxodo de muchos miles de sanitarios para irse a trabajar a países donde las profesiones sanitarias están mejor remuneradas. La precarización de la sanidad española, en recursos humanos y en medios materiales, ya era evidente antes de que irrumpiera esta crisis excepcional. Muchos somos quienes hemos escrito artículos denunciando la temeraria pasividad política a nivel nacional y autonómico. La gran calidad del modelo formativo español en las facultades y escuelas de medicina y enfermería, y el sentido de la responsabilidad de buena parte de sus profesionales, es lo que ha tapado los agujeros y la atonía.

Te lo dije el 24 de marzo de 2020: Es censurable la insolidaridad política dentro de España por confundir la descentralización autonómica con los feudos medievales. Es formidable la movilización emergente de la sociedad civil española para tejer redes de solidaridad, para aportar materiales a los centros de salud, y muchas de esas iniciativas se basan en personas, colectivos, entidades y empresas que a través de comunicaciones digitales unen esfuerzos desde diversas regiones. En modo alguno compartimentan sus afanes por criterios provinciales o autonómicos. Se sienten habitantes de un mismo país y corresponsables de una emergencia común donde la más elemental ética se impone a cualquier sesgo identitario.

Te lo dije el 5 de abril de 2020: La sociedad española, en su inmensa mayoría, está dando la talla en la crisis del coronavirus. Afrontando con redaños y madurez, pese a la carencia de medios de protección, un reto descomunal y una mortalidad demoledora. Soportando la impericia y la mentalidad equivocada de muchos que han arribado a los diversos gobiernos desde los partidos políticos sin tener experiencia profesional de gestión ni siquiera en tiempos de bonanza. Hay tanto por hacer, y con tanta premura, que el interés general solo se puede gobernar bien desde un mando único cuya estrategia incorpore de modo complementario los criterios y experiencias de quienes están avezados en convertir los problemas en soluciones. La Semana Santa que necesita España es la de la Resurrección de la Política. Y mejorar tanto la calidad y el talante del funcionamiento de las instituciones públicas que se difumine a niveles microscópicos la capacidad de discernir si su gestión es de 'izquierdas', de 'derechas' o de 'centro'. Basta ya de cortoplacismo.

Te lo dije el 13 de abril de 2020: Durante una crisis hay mayor predisposición a cuestionarnos si las convicciones se corresponden con las realidades. La del coronavirus ya hemos comentado que será profunda y pondrá a prueba todos los esquemas de nuestro modelo de sociedad, en el sempiterno pulso entre inmovilismo y regeneración. Tenemos al alcance de la mano en muy pocos segundos o minutos el acceso a los saberes más incuestionables, a la documentación más rigurosa, a los análisis más imparciales. Y a verdades que nos incomodan porque trastocan nuestro discurso preestablecido, nuestro maniqueísmo para aplicar el doble rasero a la realidad más palmaria y relevante en función de quien lo haga. También disponemos muy fácilmente a nuestro alrededor de abundantes raciones de demagogia, mala baba, cainismo, rencor, frustración y superchería con las que parapetarse y confinar la verdad del prójimo, y nunca darle la razón al diferente. De cada uno de nosotros depende ser o no colaboradores de la tergiversación, ser o no cauces de ilustración, ser o no palmeros de la manipulación, ser o no artífices de basar la convivencia en una opinión pública honesta y saludable.