Tribuna

¡Te pareces a las nueces!

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13 sep 2020 / 04:30 h - Actualizado: 13 sep 2020 / 04:30 h.
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  • ¡Te pareces a las nueces!

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Es curioso... En la fascinante complejidad humana, va y descubres que... ¡te pareces a las nueces! Eso fue lo que me dije ayer mientras desayunaba... A mi madre le encantaban las nueces, es un fruto seco muy saludable así que, cada mañana, procuro incluir un par en mi desayuno. Yo las compro en bolsitas donde vienen sin su cáscara y ya partidas por la mitad, pero hay pocas mitades perfectas, es decir, la mayoría están rotas, como si fueran trocitos... Para mí se ha convertido en un juego (al tiempo que en una suerte de lotería) meter la mano en la bolsa, cada día, y preguntarme: "¿sacaré hoy las dos mitades?"; tengo que admitir que muchas veces hago trampas y, directamente, me pongo a buscar las mitades "buenas" (pongo ese "buenas" así, entre paréntesis, con ánimo de resaltar que las otras, no es que sean malas, sino que, por principio, las valoramos menos por ser sólo trocitos y no la mitad en su totalidad).

Ayer no encontré las mitades "buenas" y mientras saboreaba los trocitos desmenuzados de nueces que pude reunir, me dije eso: "¡te pareces a las nueces!" pero ¿por qué? Verás, en ciertas ocasiones, las personas sentimos que no encajamos, ya no sólo en el entorno sino con nosotras mismas y decimos aquello de: "¡hoy no me aguanto ni yo!"; también puede suceder que sientas que te falta algo, entonces te pones a bucear en tu particular bolsa de experiencias, encuentras unas cuantas, pero piensas: "no, éstas no son" y las "devuelves a la bolsa" ya que no las valoras como "buenas"... Todo porque son unos sencillos trocitos experienciales (como el trozo de nuez), no las experiencias perfectas (como la mitad intacta del fruto seco).

Una vez más, me lo repetí: "¡te pareces a las nueces!" y empecé a disfrutar de esos pequeños trocitos de nuez, tanto, que dejé de pensar en la búsqueda de la mitad perfecta para aprender a valorar, como se merecían, a aquellos trocitos... Y es que, esos pequeños trozos también nos pertenecen, también somos nosotros... Puede que, tal vez, no sea lo que búscabamos en un principio, pero nos enseñan una importante lección: no hay mitad "buena" sino partes "valiosas" (aplicable a nueces, experiencias y personas), la única parte mala sería aquella de la que no aprendes nada y tengo la sensación de que éstas no existen, porque cada vez que metes la mano en la bolsa, aprendes algo...

María Graciani

https://mariagraciani.wordpress.com/