La radiación del iPhone 12, según la Agencia Nacional de Frecuencias de Francia (ANFR), no mola nada de nada. Los técnicos hicieron pruebas a más de cien dispositivos y el iPhone 12 fue el único que no superó las mismas.
Tengo un iPhone 12. Sólo digo eso; ahí lo dejo. Y se me ocurre que pueden ir ustedes donando una pequeña cantidad, para comprarme un nuevo terminal, en la cuenta abierta a tal efecto. Si no es de su agrado pueden donar una cantidad igual de pequeña para comprar una corona sencilla a la vez que discreta y elegante. Ya la dejaría alguien en su sitio llegado el momento.
No sé si es por usar este teléfono móvil, pero me siento raro desde hace algún tiempo. Por ejemplo, he visto desde mi terraza que la vecina del 5º ha acumulado tres garrafas de aceite de oliva en la suya. ¡Tres garrafas de aceite! Y estoy pensando en la mejor forma de llegar hasta allí para hacerme con el botín. No sé si tendrá algo que ver el terminal de iPhone, pero si miro la televisión me duermo en menos de diez segundos, si escucho hablar a los políticos me dan dolores de cabeza y si voy al súper para comprar algo de cena me deprimo sintiendo la amargura de la pobreza.
En Francia van a retirar este modelo de teléfono. En España, todo dependerá de si hacerlo tiene algún rédito para los dos o tres listos de turno que convertirán esto en el negocio del año.
Suena el teléfono y siento miedo. Voy a contestar. Ya les contaré cómo es eso de jugarse la vida una y otra vez. Ya les contaré cómo es eso de que te frían el cerebro sin saberlo.