Pues a mí Teresa Rodríguez me mola. No la he votado ni la votaré en mi vida, entre otras cosas porque soy indio de la India, porque reconozco que alguna vez que ha querido dar mucha intensidad al debate se le ha ido la pinza (lo de la toma de Granada fascista y esas cosas), porque ha tenido conflictos con muchos por el camino. Pero me gusta la coherencia y la decencia y esta mujer es coherente y es decente.
Ha dicho: ‘La política no es una profesión sino una dedicación temporal de una persona a su comunidad. Cumplo con la palabra dada’. Y deja el escaño para volver a dar clase. Chimpún. Esta mujer no se ha hecho millonaria, nadie le ha podido involucrar en un solo escándalo de corrupción, ha cumplido con lo que ha dicho y su trabajo ha sido notable mientras ha estado en la política andaluza.
Se puede ser político sin trincar. Se puede ser político sin agarrarse al sillón como si fuera lo último de este mundo. Se puede ser político para defender unas ideas (mejores o peores, eso ya es otra cuestión) y dejar la política defendiendo las mismas cosas.
Me alegra mucho que al menos una persona salga del parlamento andaluz con la cabeza bien alta, sin estar hasta las trancas de corrupción propia o próxima, sin tener que explicar miserias y habiendo aguantado carros y carretas sin perder la honestidad. Pienso en Gabriel Rufián, en Adriana Lastra y en tantos otros que mirarán esto con indiferencia porque son todo lo contrario por unas cosas u otras; ni cumplen con lo que dijeron y se mofan de todo. Y es cuando me gusta todavía más Teresa Rodríguez.