Todos se acosan entre todos y el espectáculo es bochornoso. Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, es un hombre ferozmente acosado, como él mismo hostigó a Mariano Rajoy cuando lo del Ébola, sin ir más lejos. Pablo Iglesias, el vicepresidente, acosa a los críticos con el Gobierno, a los periodistas y a los medios de comunicación, que saben que no le gustan mucho si no son públicos o están controlados por el Gobierno. Santiago Abascal, el líder de Vox, es un acosador nato, un tío que empuja como un jugador de rugbi y que carece de escrúpulos: enfila la testuz y va a destrozar al enemigo. También él y su partido sufren acoso desde que saltaron a la arena política, que todo hay que decirlo. Y Casado, el líder del PP, lo mismo acosa que pasa la mano por el lomo.
Se está equivocando Abascal, sin duda, porque aunque el Gobierno tenga alguna responsabilidad en la tragedia del coronavirus, con unas cifras escandalosas, debería de tener en cuenta que es una pandemia global y que todos los países afectados están desbordados y con los mismos problemas que en el nuestro, principalmente el de la falta de medios sanitarios. Buen perro de presa -naturalmente lo digo en sentido figurado-, ha dado el bocado y no lo va a soltar hasta ver a Sánchez fuera de la Moncloa. Es una obsesión y se le puede volver en contra porque el pueblo español, en general, está cada día más sensible con el presidente, que aparece siempre demacrado, y no es para menos porque España jamás vivió una crisis semejante, exceptuando la Guerra Civil de 1936.
Por cierto, el calendario de aquel aciago año es idéntico al del 2020, qué casualidad. El año, también bisiesto, de la victoria del Frente Popular, aunque discutida, de revueltas campesinas, como las que hemos tenido hasta hace solo semanas con los agricultores, y de horribles magnicidios. Y ahora, en este año, un virus asesino que dejará decenas de miles de muertos. Demasiadas coincidencias entre estos dos años bisiestos, ¿no? Los aficionados a estas cosas de los números y las fechas ya tienen en lo que entretenerse y a lo mejor están menos pendientes de quién acosa a quién en estos días tan negros que, menos mal, se iluminan a veces con la entrega desinteresada y emotiva de los españoles, que una vez más están dando una lección al mundo, estando muy por encima de los políticos.