Los medios y los días

Tiempos nuevos, políticos viejos

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13 ene 2021 / 04:00 h - Actualizado: 13 ene 2021 / 04:00 h.
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  • Inés Arrimadas, en el Congreso de los Diputados.
    Inés Arrimadas, en el Congreso de los Diputados.

Si hay algo claro que la Historia ha demostrado y que es una evidencia a la vista de todos es que nuestro mundo es mucho más frenético que antes de las revoluciones industriales y tecnológicas que comienzan en el siglo XIX y han desembocado en la actual sociedad de la nanociencia y la Inteligencia Artificial en general. Son los tiempos novísimos en los que la ciencia va por delante de los gestores políticos de la sociedad, empantanados aún en el mismo siglo XIX, disputando votos, ignorando el contexto del que hablo, peleando por quién tiene la culpa de que unas nevadas estén fastidiando a millones de personas o que un virus esté matando a más millones aún.

A este paso, el ciudadano, poco a poco, les irá dando aún más la espalda a sus teóricos representantes y otras soluciones políticas en forma de fascismo y autoritarismos varios se irán abriendo paso. La paradoja es que el mundo en el que viven miles de políticos es más el propio de su generación que el de muchos de sus electores, esa enorme cantidad de políticos jóvenes habitan en su medio ambiente pero no saben enfrentarse a él porque sus mentes son viejas, se han apuntado a lo viejo y o se ponen las pilas o se van a quedar más solos de lo que ya lo están con sus cuitas de unos contra los otros. Más claro: Casado, Iglesias, Sánchez y Arrimadas podrían ser los hijos o los hermanos de muchos científicos y empresarios que están levantando un mundo que esta clase política o ignora o no le da la importancia que merece. Como mucho, se limitan a utilizar las redes sociales para llevar al terreno digital las pugnas eternas e inútiles que desarrollan a pequeña escala y encima dotadas de mayor virulencia.

Desde que la llamada burguesía se fue abriendo paso y, desde Europa, fue extendiendo su forma de ver la vida por todo el planeta, el mundo no es el mismo. El trabajo dejó de ser un castigo divino para convertirse en algo que había que hacer para agradar a Dios, los católicos, como estaban en un valle de lágrimas, se ahogaron en él y España perdió del todo su imperio en el XIX en favor de los protestantes, calvinistas y judíos quienes, por cierto, jamás debieron ser expulsados de aquí. Con el tiempo toda esa filosofía del trabajo como redención se ha ido desgastando porque la propia burguesía se fue pudriendo pero hay esencias que persisten, la burguesía acertó impulsando la tendencia del humano a explorar, por ejemplo, de manera que con el imperialismo burgués del XIX no sólo se extendían ejércitos y mercaderes sino la ciencia también, en un barco conquistador occidental iban elementos para la guerra y científicos sociales, humanos y tecnológicos.

Todo lo anterior, llevado a la práctica, quiere decir lo siguiente: oigan, ¿no les avisó la ciencia de la presencia del virus que ha originado la Covid-19 a tiempo para que reaccionaran y no fuera tan amplio el desastre? ¿No les ha avisado también ahora con lo de la borrasca Filomena? Entonces, ¿por qué van ustedes por detrás de los acontecimientos? Ahora que gracias a nuestras propias capacidades humanas podemos anticiparnos a hechos que nos traen grandes sufrimientos, ¿a qué se debe que ustedes, las personas que elegimos para que nos protejan, se apliquen aquello de ya veremos lo que hacemos cuando llegue el lobo? Es decir, ¿desprecian ustedes esa capacidad humana de controlar en buena medida el tiempo y lo que de negativo nos trae? Porque veo que esa es su conducta y, ciertamente, si prosigue tal comportamiento concluyo que ustedes no me sirven de nada por mucho que se presenten como demócratas porque no lo son, más bien yo diría que antes de meterse a gestores necesitan unas inyecciones de saber dónde están y lo que se nos viene encima.