Viéndolas venir

Todo este tiempo

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Álvaro Romero @aromerobernal1
28 oct 2019 / 08:27 h - Actualizado: 28 oct 2019 / 08:32 h.
"Viéndolas venir"
  • Todo este tiempo

Hubo gente, mucha, con la que llegamos a tener una confianza rotunda que se fue diluyendo en los meses, en los años de no sé cuándo y acabaron por convertirse en prácticos desconocidos... Gente con la que pasamos, en aquel tiempo, horas interminables hablando de uno no recuerda qué, pero hablando, y a la que ahora se siente como lo que es: personas a las que la casualidad nos unió durante una época, pero con la que no teníamos, en rigor, nada en común. Supongo que eso no solo pasa en los vecindarios, sino en los matrimonios. Y a uno lo sobrecoge, con cierto regusto amargo en la garganta, no solo el misterio de qué carambolas hicieron que intimásemos con gente con la que hoy no cruzaríamos más que un saludo de cortesía, sino la carambola definitiva, porque siempre hay un golpe maestro, por el que se abrió la línea perpendicular de nuestro distanciamiento hacia el infinito.

En cambio, también hay gente a la que uno conoce demasiado tarde, aunque siempre haya estado cerca. Gente cuyo imposible tiempo en común, por ya pasado, nos solivianta la certidumbre de cuánto tiempo perdimos con otra gente de la que nada sacamos en limpio. Uno puede arrepentirse no tanto del tiempo que perdió con gente que no mereció la pena sino del tiempo que no dispuso con gente a la que no había conocido antes por desgracia, por motivos idénticamente casuales a los de la gente que sí conoció para nada.

Por último, está esa gente a la que uno conoce desde hace tanto y con la que no importa el tiempo que pase para seguir conociéndola exactamente igual. Gente con la que no hace falta quedar todos los días, ni siquiera todos los meses... Gente con la que incluso pueden pasar años sin que hablemos y, no obstante, siempre es la misma: honrada, de una pieza. Gente a la que el tiempo puede marchitar la piel, pero no la sonrisa; gente a la que se puede pedir cualquier cosa sorpresivamente, de repente, y sabes que va a estar siempre ahí. Gente a la que nunca hay que darle explicaciones de quiénes hemos seguido siendo durante todo este tiempo, porque, aunque no nos hayamos visto, hemos seguido siendo, en parte, parte de ellos, y por eso ellos siguen siendo parte de nosotros mismos, de esa parte en común que tenemos, por fortuna, con tanta gente a prueba de tiempo.