Los medios y los días

¿Todos a la cárcel?

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13 ago 2020 / 04:00 h - Actualizado: 13 ago 2020 / 04:00 h.
"Los medios y los días"
  • Cárcel de Algecitras. / EP
    Cárcel de Algecitras. / EP

Es el título de una de las disparatadas películas de Berlanga, Todos a la cárcel (1993). Un reparto de actores de lujo protagoniza un filme cuyo argumento se resume así: en la cárcel Modelo de Valencia se va a celebrar el Día Internacional del Preso de Conciencia. Gentes de la política, la cultura y la farándula asistirán al acto y aprovecharán la ocasión para hacer lucrativos negocios.

La situación actual de las máximas personalidades en España es de pre-cárcel potencial, sólo hace falta que lo diga la justicia. El rey Felipe VI está bien protegido por la ley y por sus voceros, pero yo creo que está faltando a su deber de no ocultarnos el paradero de su padre, sobre el que pesan indicios muy graves y sigue siendo un rey que no ha huido de la justicia, es peor, ha huido de sus responsabilidades ante su pueblo que tanto lo aplaudió y que aún lo aplaude en una buena proporción. Yo creo que sus seguidores no se merecen eso.

El presidente del gobierno, tarde o temprano, tendrá que hacer frente a las querellas interpuestas contra él -y algunas contra todos sus ministros- por algunos aspectos de la gestión de la pandemia. Seguramente no le ocurrirá nada pero algunas de las demandas tienen bastante peso. Y ahora le ha llegado el turno a Podemos, al vicepresidente Pablo Iglesias con las sospechas de caja B y contrataciones irregulares.

El asunto de Podemos es especialmente deprimente y les diré por qué. Aquel 15-M -ya en el recuerdo- fue una movida juvenil que dijo basta a nuestra situación actual y de futuro. Nunca confié en aquello pero algunos de los profesores más jóvenes de la Facultad de Comunicación -en la que trabajo- se entusiasmaron. Derivado de la movilización surgió Podemos que se tragó al Partido Comunista y a IU, dos formaciones que, por cierto, siguen sin tener dignidad y siguen insultando a sus historias -sobre todo el PC- si no se van de ese avispero que es Podemos.

Lo deprimente de este caso se deriva de dos aspectos: en primer lugar, se han metido en líos jurídicos en tiempo récord cuando tenían que haber sido los que debían ir con más tiento porque representaban un mundo sustancialmente distinto al actual y por tanto sus enemigos son muchos y, lo más importante, poderosos. En segundo lugar, todas esas sospechas caen sobre un partido formado por multitud de jóvenes que se autodenominan de izquierdas, es decir, esas personas que, como escribió Gabriel Celaya, “anuncian algo nuevo”. Y sin embargo ahora se han embarrado con las sospechas de lo más viejo. Si el PP y el PSOE tienen la historia que tienen de corrupciones probadas y Podemos termina por ser condenado, ¿qué nos queda?

No me extraña que Vox esté esforzándose por captar el voto de izquierdas y empiece a olvidarse del electorado del PP. No va muy descaminado porque hoy la firmeza ideológica de la juventud es mínima ya que cada vez estamos en un mundo más individual y centrípeto sin fines colectivos sino que este es el mundo del “qué hay de lo mío”, del “sálvese el que pueda” y, recurriendo de nuevo a Celaya, una sociedad en la que pocos se aplican aquello que el poeta vasco escribió: “más allá de mis penas personales, me ensancho”. No, hoy la empatía es un valor en crisis.

Dicho esto, convendría que nos templáramos todos porque aquí no ha pasado nada hasta que no lo diga la justicia. No sé por qué Felipe VI no le ha echado huevos a su problema principal -y perdone su majestad la expresión- y le ha dicho a su padre -que es su padre, nada menos- tú no te mueves de aquí hasta que lo diga la justicia, si lo dice. ¿Lo ha presionado el gobierno? ¿Carmen Calvo? ¿Y quién es Carmen Calvo al lado de Juan Carlos I? Felipe VI ha sido débil ahí y por ahí lo pueden defenestrar, aunque sea un disparate porque, ¿quién va a ser el presidente de la república?, ¿cómo se va a poner de acuerdo el Parlamento para hacerlo?

Con toda una pléyade de altas personalidades bajo sospecha, una derecha aturdida y una serie de partidos independentistas y racistas, en caso de tribulación no hay que hacer mudanza porque el remedio es peor que la enfermedad. Por último, cuidado con esa prensa que tantísimo daño está haciendo, a alguna se la podría encausar por estímulo al odio entre los españoles. Es un escándalo hasta donde ha llegado una profesión que es imprescindible para la sociedad: la de periodista.